Doble Castigo: Inmigración y La Anti-negritud

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¿Cómo podría explicar, adecuadamente, la compleja experiencia de los afrolatinos en una sociedad que nos considera una amenaza simplemente por causa de nuestra hermosa piel, rica en melanina? Experiencia, que a su vez, se ve amplificada por el conflicto que viven los afrodescendientes y los inmigrantes hispanohablantes, en los Estados Unidos.

Al decir “afrolatinos” no nos referimos a un bloque uniforme de personas; nuestras historias son muy diferentes y complejas - desde América del Sur hasta el Caribe, pasando por Estados Unidos y el resto del mundo. Sin embargo, una cosa nos une, nuestra rica ascendencia africana.

NUESTRAS RICAS RAÍCES DIASPÓRICAS

Mi familia es de Colombia, somos afrocolombianos. Mi papá es de Buenaventura y mi mamá es de Cali. Son universitarios, pastores, educadores, y mucho más. Mis padres, con más de 30 años de ministerio en Colombia y otras partes del mundo, así como el resto de mi familia, se han encargado de sumergirme en el hermoso mundo de la riqueza que representan mis raíces como parte de la diáspora africana en Colombia.

En nuestro vecindario en Colombia, mi familia se encargaba de organizar los “Sancochados”, celebraciones en las que siempre hay música, comida, bailes, y conversaciones. Sin embargo, lo más importante de estas reuniones es el sancocho; en medio de la calle, para ser visto por todos, dentro de una olla gigante. El sancocho es una sopa que mezcla la inspiración de nuestras raíces del oeste de África con el sabor indígena; un recordatorio de quienes somos y de dónde venimos.

Durante la trata transatlántica de esclavos, se le obligaba a las mujeres africanas esclavizadas en Colombia a preparar la mejor comida para sus amos, mientras que para ellas y sus familias solo quedaban las sobras y migajas. Lo que los amos no sabían era que estas mujeres africanas tomaban las “sobras” y las utilizaban para preparar la comida más deliciosa y nutritiva para ellas y sus familias.

Para estas mujeres africanas, secuestradas, traficadas, y deshumanizadas, el “sancocho” era un recordatorio de que la esclavitud no era su identidad sino una circunstancia. Reconociendo que, sin importar lo que un amo pudiera decir, ellos eran reinas y reyes negros. Por eso mi familia y yo, hoy nos damos un banquete.

NUESTRAS HERIDAS

Esa tradición formó mi identidad como un joven negro, nacido en Estados Unidos pero criado en parte en Colombia, teniendo que lidiar con el inglés como segunda lengua y con la dualidad de mi identidad. Cuando era niño, mi papá me contaba de la complejidad de las experiencias vividas por los afrocolombianos, tanto en Colombia como aquí en USA.

En Colombia, por ejemplo, nuestro primer presidente negro estuvo, por años, borrado de los libros de historia por el color de su piel y mi padre tiene muchas más historias personales de las injusticias que él y su familia, tuvieron que experimentar en Colombia. Cuando mi familia se mudó de Colombia a Estados Unidos, notamos inmediatamente el desprecio hacia los negros (y el odio internalizado que sufren los ciudadanos negros como consecuencia). Este no es un problema solamente en Colombia, pero también aquí en USA.

El dolor internalizado es el pan diario de la comunidad afrodescendiente y más específicamente, el padecimiento es parte fundamental de la afro-latinidad. El término afro-latinidad no es sólo una categoría racial, ni indica la falta de un término pan-étnico; es más bien, usado para nombrar una experiencia, enlodada por un pasado turbulento y mal representado, y con un camino muy difícil por delante.

NUESTRA CRISIS DE IDENTIDAD

Me crié en Estados Unidos, con una crisis de identidad; aquí nos enseñan a separar a las comunidades, colocándolas en bloques homogéneos, robándole a cada individuo la variada y rica identidad cultural de sus ancestros. En mi caso, yo no era lo suficientemente “negro” para ser considerado negro; a pesar de que mi piel es oscura, la comunidad afroamericana no me acogió porque su cultura no es la misma con la que yo crecí. Tampoco era considerado suficientemente “latino” para ser latino, a pesar de que soy colombiano, sólo porque no me veía como los actores de piel más clara, o blanca que se ven en Telemundo. Por alguna razón, ser negro o ser latino se convirtieron en dos polos opuestos, no podía ser ambos; así que me preguntaba ¿quién o “qué” era yo?

El hecho de que los afrolatinos no encajan dentro de la definición impuesta por la sociedad occidental, de lo que significa ser “negro” no quiere decir que no seamos negros. Así como que el hecho de que los afrolatinos no encajan dentro de lo que la sociedad occidental define como “latinidad”, no quiere decir que no seamos latinos. La raza, una categoría impuestas por el hombre y la sociedad, es un sistema que asigna niveles de valor y capital social dependiendo de cuan “blanco” es un individuo. En este sistema, el color de la piel es la característica más indicativa e importante; esto ha creado una realidad social en la que existe una relación proporcional entre cuanta melanina hay en tu piel y la cantidad y cualidad de las disparidades que te tocará enfrentar en el mundo.

No podría contar en cuantas ocasiones he tenido que enfrentar discriminación por parte de hermanos colombianos, o personas latinoamericanas, todo por el color de mi piel. Al crecer en medio de la cultura latinoamericana, me han llamado “negro feo”, “mico”, “sucio”, etc. Este tipo de abuso verbal es dañino para el alma, y muy perturbador.

En algunos de esos momentos difíciles, las palabras dulces de mi madre fueron un bálsamo a mi alma; mientras las lágrimas corrían por mis negras mejillas, ella me abrazaba y me decía “ser negro es hermoso. No te olvides, mijo.”

INMIGRACIÓN Y LA ANTI-NEGRITUD

Los inmigrantes negros sufren de un “castigo doble” porque están inmigrando a una cultura xenofóbica, y además son negros en una sociedad donde reina la supremacía blanca. En Estados Unidos, los inmigrantes indocumentados negros son detenidos y deportados a un índice más elevado que otros grupos raciales; sin embargo sus historias, en su gran mayoría, son ignoradas cuando se habla de la situación migratoria.

No es un secreto para mi familia afrolatina que el sistema migratorio en este país es injusto y parcializado en contra de los inmigrantes de ascendencia africana. Por años, mis padres, hermanas, y otros parientes, tuvieron que lidiar, tanto con comentarios y tratos degradantes por parte de los oficiales de inmigración, como con abogados de inmigración estafadores y negligentes.

Pero Trump, y su gabinete presidencial han sido la amenaza más grande que mi familia ha tenido que enfrentar, desde que emigramos desde Colombia. El discurso que utilizan para condenar a los inmigrantes de pieles oscuras sólo ha servido para empoderar a ICE (El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y a los legisladores encargados de las políticas migratorias, para deportar a los inmigrantes en este país de las formas más inhumanas posibles.

Desafortunadamente, mi familia y yo hemos tenido que vivir esta situación. Apenas el año pasado, nuestro mundo se vino de cabeza cuando mi tío y mi tía fueron injustamente deportados, después de pasar casi 20 años obedeciendo las leyes de esta tierra. Esa deportación que ellos sufrieron le causó a mi familia un trauma emocional, financiero, relacional, y de organización durante todo el año. Esta vivencia solo sirvió para recordarnos lo corrupto y racista que es el sistema migratorio.

NUESTRAS HISTORIAS LLENAS DE ANTI-NEGRITUD

La anti-negritud es un problema global y predomina en América Latina. Durante el comercio transatlántico de esclavos en los años 1500 y 1800, más de 11 millones de africanos descendieron de los barcos de esclavos; de esos 11 millones de africanos, que sobrevivieron la transportación inhumana y brutal, solamente 450. 000 llegaron a los Estados Unidos, esto representa solo el 5% de los africanos esclavizados. Sólo el 5%.

No debería sorprendernos el hecho de que las políticas migratorias anti-negritud no son únicamente un problema de los Estados Unidos. En Brasil, por ejemplo, después de 1850 se establecieron políticas migratorias que permitieron recibir más de 5 millones de inmigrantes europeos entre 1872 y 1975, ¿por qué? Porque querían “blanquear” el país.

El odio no fue la única razón detrás de la deshumanización de la diáspora africana. El interés propio, motivado por la ganancia económica, también es parte del porqué se justificó que nos vieran y trataran como si no fuésemos humanos. Aquí en los Estados Unidos, a los africanos traficados se les esclavizó y se les prohibió hablar su idioma natal. Por causa de las artimañas inmisericordes de los amos, estos inmigrantes africanos fueron despojados de su dignidad innata, dada por Dios, por mano de esos amos que pervirtieron y manipularon la palabra de Dios.

ANTI-NEGRITUD ACTUAL

Hoy en día las ideologías, políticas e instituciones racistas perpetúan la anti-negritud del pasado. Con mucha frecuencia, a los afrolatinos se les impide el avance social y se les dificulta su florecer humano. Siglos de agresiones acentuados por el miedo, inculcado, hacia los afrodescendientes y por estructuras de sistemas corruptos que tratan de menospreciar, cada vez más a los portadores de la imagen de Dios (Génesis 1:26-27).

K.A Ellis dijo una vez “Satanás no es creativo al utilizar ideologías destructivas y deshumanizantes, pero es increíblemente talentoso en renovar la imagen de la opresión. Cuando observamos la historia vemos que sus tácticas se repiten.”

La opresión ahora viene en un nuevo paquete. Es muy fácil obtener conocimiento referente al propagado aire de anti-negritud en nuestra sociedad; lo difícil es darnos cuenta cuando activamente participamos o somos cómplices de la anti-negritud y la opresión que sufren los afrolatinos.

EL CAMINO HACIA ADELANTE

Los afrolatinos son una población creciente en Estados Unidos, según el Centro de Investigaciones Pew, más de un cuarto de los hispanos en USA en 2016 se identifican como afrolatinos (afrocaribeños o de descendencia africana). Dentro de nuestras familias y comunidades necesitamos espacios donde podamos sanar y tener conversaciones relevantes sobre lo que significa ser afrolatino.

Necesitamos aprender y celebrar las riquezas de nuestra herencia africana y sus diversas formas de expresión; como por ejemplo, la cumbia, un baile tradicional de Colombia creado por africanos esclavizados que trabajaban en las minas, caracterizado por reducidos movimientos de los pies, que representan los únicos movimientos que las cadenas, alrededor de sus pies, les permitían a los esclavos.

La música del Grupo Niche, ChocQuibTown, entre otros, también representa, orgullosamente, el sabor de la afrolatinidad. La estrella colombiana, Shakira, rindió tributo recientemente a los afrocolombianos durante su presentación en el Super Bowl, cuando bailó Champeta y Mapalé, bailes creados por los africanos esclavizados en Colombia.

Este tipo de representación es una mejor vía hacia adelante que cuando la industria del entretenimiento y los medios deciden sólo representar a los afrolatinos como villanos sexualizados, criminales y brujos.

¿Quiénes somos?

Soy afrocolombiano, soy producto de la diáspora afrolatina. La sangre y el aguante de mis ancestros del occidente de África corre por mis venas, dentro de esta hermosa piel besada por el sol.

Somos afrolatinos, el diamante de África, exportado desde su tierra natal, extorsionado en lugares extraños. Muy lejos de casa, la percepción de nuestro valor ha sido disminuida en contraste con la supremacía blanca; sin embargo nuestro valor no se ha perdido. Nuestro valor viene de Dios, y como Él nos lo da, nuestro verdadero valor nunca podrá disminuir o ser menospreciado.

¿Quiénes somos? Somos como el azúcar en el café; no puedes vernos, ya que nuestro valor se ha escondido y muchas veces ignorado, pero no dudes, ni por un segundo, que aportamos el sabor.

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Jon Aragón

Jon Aragón es un emprendedor afrocolombiano, agente defensor y diseñador multidisciplinario. Enseña y predica como parte del equipo ministerial de la iglesia Living Faith Bible Fellowship, dónde, además, lidera el ministerio pequeñas comunidades (células). Como hijo orgulloso de inmigrantes colombianos, a Jon le apasiona la singular belleza y los obstáculos que enfrentan los inmigrantes afrolatinos. Jon ha trabajado con World Relief, como defensor de los derechos de los beneficiarios de DACA y como mediador en otros asuntos de inmigración en el Congreso de Estados Unidos. Actualmente. Jon trabaja con el equipo de Chasing Justice y es el fundador de Jon Doulos, y el director creativo y uno de los dueños de Native Supply. Jon vive en Tampa, Florida con su esposa Quina y su hija.

Photo by Savannah Lauren