“No te preocupes nana, soy negro”

“El racismo, que ocasionó el desplazamiento de los negros a un estatus de inferioridad, tenía que ser puesto en práctica en los territorios extranjeros pertenecientes a los Estados Unidos”. 

— Rubin Francis Weston, “Racism in U.S. Imperialism”



“El objetivo del discurso colonial es presentar a los colonizados, basándose en su origen racial, como una población de degenerados, para poder justificar así la conquista y establecer sistemas de administración e instrucción”. 

— Homi Bhabha, “The Other Question” 


EDUCACIÓN RACIAL: LECCIÓN NÚMERO UNO

Así como W.E.B Du Bois, me di cuenta de que represento un problema racial cuando estaba en la escuela. Pero, a diferencia de Du Bois, no fueron mis compañeros de clases, sino mi maestra, la que me enseñó esta lección.

Mientras tomaba apuntes frenéticamente para asegurar mi éxito en mi primera clase del programa de honores, mi maestra del sexto grado, la Sra. Sinnombre, me regañó en frente de toda la clase por no prestar atención. Recuerdo claramente sus palabras: -Esta es una clase de honores, Nathan, no una guardería infantil.

-Sí señora, lo sé, sí estaba prestando atención.

-¡Ya, suficiente! tú no perteneces a esta clase, Nathan, ¿No lo entiendes? Tú sólo estás aquí para mantener los números de diversidad racial. 

La Sra. Sinnombre, al analizar racialmente a toda la clase, me consideró a mí como menos capaz. Yo era el único , como le dijo después a mi mamá, que no cumplía con los requisitos necesarios para recibir una educación de honores; yo era puertorriqueño y por lo tanto, inferior.

EDUCACIÓN RACIAL: LECCIÓN NÚMERO DOS

Por razones que no puedo divulgar aquí, mi papá nunca me enseñó español, y ese era un regalo que sólo él podía darme, ya que a diferencia de mi madre anglosajona, mi papá habla español fluidamente con un acento aguadillano. 

La omisión de mi papá me asedió durante toda mi niñez; aún ahora, todavía me asedia. Pero fue durante mi niñez cuando otros latinos se distanciaban frecuentemente de mí: ellos se negaban a asociarse con personas que se identificaban a sí mismos como latinos pero hablaban español tan mal como lo hacía yo. Como dijo San Agustín “la diferencia de idiomas es suficiente para inhibir a la sociedad”.

Para la mayoría de mis compañeros latinos, yo era un anglosajón adulterado, un mestizo asimilado, un sangre sucia que debía ser rechazado.  

Sentí el rechazo hacia mi doble-racialización intensamente en las semanas que pasaron después de la acusación de la maestra Sinnombre frente a mis compañeros de la clase de inglés en el programa de honores. No tenía un hogar racial en las áreas comunitarias creadas por la supremacía anglosajona e ibérica. Según el raciocinio racista, la blancura es pura. Aquellos que no son considerados “blancos” frecuentemente reaccionan construyendo y defendiendo lógicas puristas y esencialistas para controlar a sus propias comunidades. La descarada supremacía blanca engendra una “blancura” de un color distinto. 

Vigilado por patrullas fronterizas biológicas y lingüísticas, me sentía condenado a no pertenecer a ningún grupo. A medida que otros latinos y la maestra Sinnombre me maltrataban diariamente, comencé a confiar cada vez más en mis amigos afroamericanos. Ellos me escuchaban, actuaban con misericordia, ellos sabían lo que era la vida de la diáspora, lo que era ser extranjero pero de forma doméstica.

Después de varias semanas de desahogarme con mi amigo Thomas, decidí confesarlo todo. “Thomas, no sé qué soy. Los puertorriqueños y los otros latinos no me quieren porque mi español es una mierda. Los blancos saben que no soy uno de ellos tan pronto como la maestra destruye mi apellido al tratar de pronunciarlo. ¿¡Qué diablos se supone que soy!?” Thomas me miró incrédulo, pero respondió rápidamente: 

“¡Pero, Nate, es obvio, tú eres negro! Todos saben que los puertorriqueños son negros, ¿De qué diablos te preocupas? Te falla la cabeza si no te habías dado cuenta que eres negro”. 

Pensé largo y tendido en lo que Thomas me había dicho y su seguridad al decirlo. ¿Será que tenía razón? ¿seré negro? La sugerencia me parecía absurda; pero seguí pensando y me di cuenta que Thomas tenía un buen punto. Los puertorriqueños y los afroamericanos de mis escuelas y vecindarios siempre estaban juntos; nuestro estilo de ropa era similar, nos gustaba la misma música en inglés, nos parecían atractivas las mismas personas, y recibíamos un trato similar por parte de los blancos. De hecho, los blancos y los otros latinos, que no eran puertorriqueños, ya para ese momento de mi vida, habían usado el insulto racista que usaban contra los negros para referirse a mí en muchas ocaciones. Muchos latinos me habían dicho que los términos racistas como “spic”, utilizados contra los latinos, eran mucho para mí, y por eso merecía algo más bajo.  

Decidí hacer una encuesta y le pregunté a varios estudiantes, de todos los diferentes grupos racializados, que si ellos pensaban que yo era negro por ser puertorriqueño. La abrumadora mayoría respondió que sí, y eso fue suficiente para mí. Todas estas personas pensaban que yo era negro, y por lo general me trataban como si lo fuera, ya era hora de que me adueñara de mi identidad racial y que la viviera; era mi momento de pertenecer a algún grupo. 

EDUCACIÓN RACIAL: LECCIÓN NÚMERO TRES

El haber aceptado mi identidad racial negra causó problemas muy fuertes en mi familia. Mi madre anglosajona no comprendía y en repetidas ocasiones peleábamos por el tema de mi identidad racial. De igual manera, mi familia en Puerto Rico estaba desconcertada; para algunos el haber aceptado mi identidad negra era prueba de que yo era un tonto, mostraba que no había entendido las verdades integradas en la retórica de que hay que “mejorar la raza”. 

A pesar del dolor que estos problemas traían, seguí adelante. Yo era negro, y nadie iba a lograr persuadirme de lo contrario. Mi negritud era muy preciada, muy aclaratoria, no podía perder mi pertenencia a un grupo, no me iba a quedar sin pertenencia otra vez. 

Pero al regresar al estado donde nací me vi forzado a volver a examinar mi identidad racial. Un día cálido y húmedo en Carolina del Sur, Nana y yo decidimos ir a dar una vuelta y como de costumbre nos entretuvimos conversando y paseando por la ciudad de su infancia, hasta el momento en el que la humedad y el calor nos obligaron a sentarnos bajo la sombra de un árbol. Con mucha sed, Nana preguntó si yo traía agua conmigo, pero no traía. 

Pero como siempre, queriendo solucionar los problemas, le dije a Nana que no se preocupara, vi que había una gasolinera cerca, en la misma calle, y yo no tenía problema alguno de ir a comprarnos agua. Nana rechazó mi solución, riéndose dijo: - Cariño, no podemos ir allá, esa gasolinera es de gente negra. 

A lo cual yo también le tenía una solución: -Nana, no te preocupes, ¡yo soy negro! Ellos me van a dejar comprar agua allí, sin problemas.

Nana se puso muy seria, nunca le había visto tanta preocupación en su mirada. 

-Cariño, ¿quién te dijo que tú eres negro?

Sabía que mi respuesta era importante, por lo que tenía que ser muy cuidadoso al elegir mis palabras:

-Nana, soy puertoriqueño, y los puertorriqueños son negros. La gente en esa gasolinera sabe que eso es así y por eso me van a dejar comprar ahí con otra gente negra. Por eso yo iré a comprar el agua, y como tú no eres negra, mejor espérame aquí. 

Nana se puso furiosa, “- ¿quién diablos te dijo a ti, mi nieto, que tú eras negro? Nunca había escuchado algo tan estúpido en toda mi vida. ¡Qué tontería! Mira, yo soy blanca, tu mamá es blanca, y tu papá tiene la piel clara, los ojos claros, y habla muy bien inglés, ni siquiera se le nota el acento, ¿cómo me vas a decir que eres negro? No sé que te están enseñando allá en el norte, pero aquí en el sur sabemos que tú no eres negro ¡Y no voy a dejar que le caigan a golpes a mi nietecito por una tonta ilusión de que él es negro! Ahora mismo nos vamos para la casa, ¿¡me oyes!? 

Caminamos en silencio hasta la casa de su infancia, un silencio forjado por lo que Frantz Fanon llama el esquema racial de la piel. Jim y Jane Crow habían logrado que Nana fuera incapaz de sentir empatía hacia mi experiencia y dolor racial. Su entorno social la había entrenado para cargar el peso del hombre blanco, y no el de una persona racialmente negra pero “más blanquita”. Además, ya había tenido que lidiar con el peso de la culpa de haber dejado que su hija se casara con un hombre negro. Ninguna escala racial del norte habría logrado derribar su convicción sobre la blancura de su familia.

EDUCACIÓN RACIAL: LECCIÓN NÚMERO CUATRO

La acusación de la Sra. Sinnombre fue como una inyección de racismo interno que aún en la actualidad corre por mis venas; al igual que el rechazo de los otros latinos a causa del idioma. Mi esposa es testigo del trauma racial que mi cuerpo destila cuando tengo que hablar español en público; cada palabra representa un acto de resistencia que a su vez, hace presión sobre las viejas heridas y cicatrices raciales y me deja susceptible ante la posibilidad de nuevas heridas raciales.

El hecho de que mi Nana rechazara mi negritud, me obligó a confrontar la fluidez de mi identidad racial. En ese proceso, aprendí, gracias a Rachel F. Moran, que los puertorriqueños son los latinos que “más optan por identificarse a sí mismos como negros” en los Estados Unidos y al hacer eso, según lo revelan Douglas Massey y Nancy Denton, son más propensos a experimentar niveles de segregación más altos, por parte de los blancos, e incluso por parte de presidentes blancos. Por ejemplo, podemos recordar el infame comercial de práctica de la campaña del presidente Richard Nixon en 1968. Después de haber señalado lo necesario que es la disciplina en los salones de clases, diciendo “La disciplina en los salones de clases es esencial si queremos que nuestros niños aprendan…” luego, deja de seguir el guión y parece que hablara consigo mismo y continúa: “Si, este punto es ciertísimo, lo que pasa con esta situación… todo se basa en la ley y el orden, y los malditos grupos de negros-puertorriqueños que andan por ahí”. Según esto, los negros y los puertorriqueños son un grupo homógeno, racializado como una amaneza, un colectivo que ocupa los salones de clases y las calles del país en grupos desordenados y sin ley.

La Sra. Sinnombre, mis compañeros latinos y mi Nana, me identificaban como una amenaza racial, un problema, y para arreglarme, recurrieron a medidas disciplinarias impregnadas de supremacía blanca. Ninguna de estas acciones promovió intimidad o pertenencia, sería imposible que lo hicieran, ya que las reducciones raciales a la larga son siempre inefectivas. 

Esta ineficacia es prueba de que necesitamos una formación racial consciente, que reconozca la fluidez y la complejidad de la racialización y los traumas que esta produce. Sin esta formación, los maestros, familiares, y comunidades racializadas no tendrán la capacidad de interactuar y conectarse con las personas de razas mixtas que viven entre ellos.

DOCTOR NATHAN LUIS CARTAGENA

El doctor Cartagena es profesor asistente de filosofía en Wheaton College (en Illinois). Allí, enseña clases sobre raza, justicia y filosofía política, y es parte del centro de estudios del cristianismo primitivo en Wheaton. Sirve al grupo estudiantil “Unidad Cristiana” como profesor consejero. La función de este grupo es fomentar la unidad entre cristianos y celebrar las culturas latinas. También es parte del equipo académico de World Outspoken y es uno de los presentadores de nuestro Podcast “From the Underside”. Actualmente está escribiendo un libro sobre teoría racial crítica con IVP Academic.

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Reseña de Abuelita Fe

Mi educación teológica comenzó entre anturios, orquídeas, güitites y plantas de café en el jardín de mi abuela Alicia. Sin libros de texto o lenguaje técnico, mi abuela me enseñó sobre la teología de lo cotidiano y la interpretación bíblica contextual. Sin saberlo, mi abuela formaba parte de la práctica que se conoce en el ámbito académico como teología de cocina o teología de abuelita. En Abuelita fe, Kat Armas dirige nuestra mirada hacia historias como las de Alicia, mi abuela; Evelia, la abuela de Kat; Loida, la abuela de Timoteo; Sifrá y Fuvá, las parteras del éxodo; y Jocabed, la madre de Moisés. Estas y muchas más abuelas, tías y madres del pasado y el presente tienden a ser olvidadas o poco reconocidas debido a su estado de marginalización social, sin embargo, su legado ha sido clave en la formación de una fe llena de sabiduría, perseverancia y fortaleza.

Abuelita fe es el resultado de una vida de formación en la fe cristiana más allá de los pasillos de la academia. Armas, de manera formidable, entreteje las enseñanzas de su abuela y de otras mujeres marginalizadas con las herramientas adquiridas en su educación académica. El resultado es un tapiz multicolor que hace accesible para todos los lectores las mejores herramientas del pensamiento decolonial, la teología y la hermenéutica, al mismo tiempo que ilustra como las mujeres marginalizadas han encarnado en su diario vivir las verdades más profundas de la fe.

Un magnifico ejemplo de la forma en que Armas entreteje la teología abuelita con las herramientas del pensamiento decolonial es en su re-lectura de la historia de Rut y Noemí. En esta sección, Armas presenta la idea mitológica del embaucador o jodedor (jodión en otras regiones de habla hispana). Armas reconoce la naturaleza vulgar de la palabra “joder” pero aprecia su uso como la idea de “‘llevar al límite’ a la persona o al sistema.”[1] El personaje del embaucador o jodedor representa a aquellas personas marginalizadas y oprimidas que utilizan las reglas injustas del juego de los opresores para encontrar liberación. Probablemente, nuestras abuelitas no se sentirían cómodas con la idea de llamar a Rut una embaucadora o jodedora, sin embargo, Armas demuestra que tanto Rut como incontables mujeres de la Biblia, la historia universal, y de nuestras vidas han participado en la “praxis ética del jodiendo.”[2] En su contexto, la causa de la desgracia de Rut era ser una mujer viuda y sin hijos en una sociedad patriarcal. Armas muestra como Rut utilizó la causa de su desgracia para sobrevivir, utilizando su feminidad y las reglas sociales que obligaban a Booz a protegerle como su recurso de salvación. De este modo, Armas argumenta que Rut, al igual que la otra ancestra de Jesús, Tamar, toman el rol de embaucadoras y son recompensadas por Dios al hacerlo. Es común que nuestras abuelitas le tengan un afecto especial a la historia de Rut, probablemente porque muchas de ellas se ven representadas en la praxis ética del jodiendo con la que ellas también han “[expuesto] las deficiencias de lo que es y [ofrecido] una oportunidad para ver lo que podría ser, buscando justicia no solo para ellas mismas, sino a menudo para un grupo o la sociedad en su conjunto.”[3]

Uno de los mayores obsequios que recibirán los lectores de Abuelita fe es la democratización del conocimiento, en otras palabras, la destrucción de la pirámide que posiciona lo teórico por encima de lo empírico. Armas extiende una invitación generosa a validar, honrar y respetar la sabiduría que no se encuentra en los libros de texto sino en la encarnación de la verdad liberadora de Cristo que han ejemplificado las mujeres marginalizadas. Para todos aquellos buscando crear puentes entre la academia y la iglesia y para los que buscan servir desde y para comunidades marginalizadas, Abuelita fe nos recuerda la centralidad y validez de la sabiduría de nuestras abuelas y de todas las mujeres que han estado proclamando y viviendo el reino de Dios y su justicia desde el principio de los tiempos.

Nota sobre la traducción: El trabajo de traducción de algunas secciones de este libro me dejó un sinsabor. Aunque, en general, la prosa es entendible y gramaticalmente correcta, algunas palabras están mal traducidas y, en ocasiones, las frases suenan extrañas y poco naturales para la voz española. La pregunta que salta al leer esta traducción es, ¿cuál es la audiencia de esta versión del libro de Armas? Si la audiencia son hispanohablantes monolingües o, al menos, que no hablan inglés, entonces es imprescindible que la versión en español tenga una voz española en lugar de una voz inglesa.

WENDY CORDERO RUGAMA

Wendy Cordero Rugama es una estudiante de teología costarricense y la Diseñadora de Contenido Educativo de World Outspoken. Recientemente, Wendy finalizó su licenciatura y espera continuar su formación académica en un seminario. Vivir en EEUU la ha llevado a reflexionar más profundamente sobre temas relacionados con raza, género y la identidad latina. A Wendy le apasiona estudiar la intersección entre la teología y las ciencias sociales, considerando como la teología afecta todas las áreas de nuestras vidas. Su meta es convertirse en profesora de teología y de esa manera, construir puentes entre la academia y la iglesia invitando a los estudiantes a practicar teología encarnada en sus contextos locales.


CITAS

[1] 108

[2] De La Torre qtd 108

[3] 117


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Imaginemos una iglesia mestiza: Visión en medio de la crisis

Este artículo es parte de la nueva revista Moody Center, que se publicará en la primavera del 2022. Para conocer más sobre la revista y el Moody Center puedes suscribirte a su boletín informativo.

La clase media en EE.UU tiene ya varios años enfrentando una crisis de identidad. 

La edición de marzo del 2018 de National Geographic incluye un artículo de Michele Norris titulado, “Conforme EE.UU va cambiando, algunas ansiosas personas blancas se sienten dejadas atrás”, con el subtítulo: “los cambios demográficos que están ocurriendo por todo el país, incrementan los miedos de que la cultura y la posición (blancas) esten bajo ataque”. La historia se desarrolla en Hazleton, Pensilvania, una antigua ciudad minera de carbón transformada por la llegada de muchos latinoamericanos, específicamente afrolatinos del Caribe. Los residentes blancos (siendo ellos mismos hijos de inmigrantes europeos) le comentaron a Norris en repetidas ocasiones que  se sentían “superados en número”. Ella describe como los residentes blancos ya no participan en las festividades de otoño porque “se había vuelto atemorizante, muy incómodo...muy negro”. Los Hazletonianos blancos sentían, probablemente por primera vez, el choque cultural que ha marcado la situación en los espacios fronterizos de EE.UU. por más de un siglo. La reacción de ellos ante esta colisión es sorprendentemente defensiva:  

“Con el cambio de la demografía de Hazleton y el persistente declive de la economía, la comunidad comenzó a verse a sí misma como blanca. La ciudad ha reafirmado su identidad como blanca”.[1]

Las realidades de los espacios fronterizos en EE.UU. ya no están limitadas solamente a las fronteras físicas del país, y la crisis de identidad que está ocurriendo en Hazelton ejemplifica una reacción muy común. Esta crisis, y los miedos derivados de esta, marcan los debates que abarcan ampliamente temas sobre justicia racial y el papel que juega la iglesia evangélica; y plantea preguntas sobre quiénes son los estadounidenses, qué cosas se deben conservar a medida que cambian las cosas Pocos líderes evangélicos están abordando el tema de la identidad, el cual es inherente a las tensiones crecientes de pueblos como Hazelton. Casi ningún líder evangélico se pregunta si una identidad comunitaria que no sea blanca, podría ayudar a las congregaciones a lograr la paz entre vecinos. Irónicamente, la misma gente que está generando sospechas en Hazelton con tan solo su presencia, son las que han producido una categoría teológica y una identidad, la cual podría ayudarnos a imaginar esta paz. Los teólogos latinoamericanos de EE.UU han reinventado el significado de una etiqueta racista y al hacer esto, han podido crear una buena herramienta para usarla bajo la guía del Espíritu. Este artículo investiga el uso que los latinoamericanos estadounidenses le han dado a la identidad “mestiza y mestizo” como herramienta para resolver la crisis y conseguir la paz.[2]

UN BREVE RECUENTO DE LA HISTORIA DEL “MESTIZAJE”

Durante la colonización del Caribe y Latinoamérica, los españoles desarrollaron un sistema de clasificación racial con el propósito de reafirmar su superioridad. Estas categorías raciales, sancionadas y perpetuadas por la iglesia, se convirtieron en el orden jerárquico de las colonias españolas. Aquellos que eran considerados “blancos” poseían todos los derechos y privilegios de un ciudadano colonial. Este sistema español incluía 14-20 clasificaciones oficiales de mezclas raciales para distinguir entre la mayor y la menor “blancura” y determinaba la cantidad de derechos y privilegios que le correspondía a cada grupo respectivamente. Estas categorías raciales eran fluidas pero determinadas por el fenotipo (es decir el color de piel, el tipo de cabello, etc). Algunas personas lograron mejorar su estatus acumulando riquezas, haciéndose sacerdotes, o ganando una posición en el gobierno, y recibían así, certificados de pureza racial una vez que lograban llegar al estatus de “blanco”. 

Mestiza/o era una de las clasificaciones oficiales existentes en las colonias españolas. Esta era la categoría atribuida a las personas que tenían sangre indígena y española.. Esta categoría se convertiría luego en la identidad más utilizada en muchos países latinoamericanos para auto designarse, al tratar de establecer la propia identidad nacional de sus pueblos. México, por ejemplo, bajo la guía de filósofos y políticos como Jose Vasconcelos, intentó alentar  (muchas veces a la fuerza) la mezcla entre la gente africana e indigena que se encontraban en el territorio, para que pudieran ser todos un pueblo mestizo. Cuba, Colombia, Brasil, y otros países pasaron por un proceso similar de blanqueamiento, justificado por la lógica del mejoramiento de la raza.[3] El propósito de estos procesos era acercar a la gente al ideal de la escala racial; es decir, convertirlos en blancos.

En 1960, pastores, poetas, activistas y teólogos latinos en los territorios fronterizos de EE.UU comenzaron a utilizar la palabra mestizo/ mestiza, apropiándose de ella para describir la experiencia de la diáspora latina. Lo que quiere decir que ahora el término describe la tensión bicultural de los latinos nacidos en la frontera, aquellos que sentían que no eran completamente ni de EE.UU ni del país de sus padres. Estos latinos sentían que pertenecían a ambos y a ninguno al mismo tiempo; como diría un escritor, ellos eran personas viviendo “entre mundos”. Estos mestizos fronterizos cometieron errores al adoptar un término como ese para sus propósitos; sin embargo, su uso  revela una manera de imaginarnos la pertenencia, lo cual puede ser útil para la iglesia. He aquí tres formas en las que la identidad mestiza puede ayudar a mejorar el testimonio de la iglesia frente a un EE.UU. que se encuentra en crisis.

1) Rechazar el mito de la pureza

La palabra mestizo, de por sí, implica impureza. Los mestizos son el resultado de la colonización de España y la expansión del imperio estadounidense. La primera, generó un grupo de personas con una herencia genética literalmente mezclada, mientras que la segunda creó las circunstancias en las cuales el individuo ya mixto experimentó una segunda mezcla cultural, teológica y racial. Gloria Anzaldúa diría que esta segunda mezcla es el resultado de un “choque” que ha creado una discordancia para los mestizos. Esta discordancia, que Anzaldúa llama “la conciencia mestiza”, resalta un contraste muy marcado ante “la teoría de la raza aria pura, y a las políticas de pureza racial puestas en práctica por la gente blanca en EE.UU”.[4] Ya que una persona mestiza debe actuar dentro de estos lugares que ni la aceptan, ni la incluyen por completo, puede manejar mejor la ambigüedad y desarrolla tolerancia a las contradicciones. Los mestizos han aprendido a participar como un casi exiliado dentro de mundos cargados de conflictos. Es decir, los mestizos no están interesados en los argumentos de objetividad y pureza que los blancos utilizan para protegerse y aislarse de los demás. 

Por ejemplo, la forma en la que los hazeltonianos, al ratificar su nivel de blancura han motivado a sus residentes a aislarse; huyendo de lo que no pueden entender. Estas personas buscan mantener la “pureza” de lo que ellos consideran que Hazelton debería ser. Ellos acusan a sus vecinos afrolatinos de estar distorsionando, deformando, y rompiendo la esencia del pueblo. Anzaldúa demuestra lo irracional que es este mito de pureza; con sus ideas incita a los hamiltonianos a verse a sí mismos como resultado de la impura mezcla creada por su colisión entre nuevas tierras, y el exilio de sus viejas raíces europeas. Sus tradiciones no son más ciertas, buenas o hermosas; tanto los “blancos” como los que no lo son existen como parte del resultado impuro de una historia violenta, mezclas originadas por los imperios.

2) Aceptar una historia que no está exenta de pecado  

La complejidad revelada en la identidad mestiza hace eco a una verdad afirmada por la Iglesia hace mucho tiempo: “ningún humano es puro e inocente” (Romanos 3:23). Entender el nivel de “blancura” como una declaración de pureza, crea una versión inocente de la historia, una que reafirma esa pureza. La supremacía blanca parte de la idea de inocencia y no de culpa; equiparando así la pureza racial con la pureza moral. Este concepto comenzó cuando la iglesia respaldó los arreglos raciales en las colonias, y en muchos aspectos aún persiste hoy en día. Esta estrategia de autodefensa sólo es posible a través de un “olvido organizado” - “la omisión intencional y repetitiva de ciertos hechos, historias y objetos, y la exposición de otros hechos, historias, y objetos (con los cuales) las comunidades se forman a sí mismas reconociendo ciertas cosas y obviando o olvidando otras”. Cualquier intento de desvincularse del racismo histórico (y actual) está sujeto a este tipo de olvido.  La normalización del olvido es lo que hace posible que los “blancos” se sientan inocentes ante el sistema racial. Ellos, sencillamente, desconocen lo que no conocen. Una vez más, la supremacía blanca se aparta de la sana doctrina, mientras que la identidad mestiza ofrece una corrección.  

El teólogo e historiador eclesiástico Justo González escribe lo siguiente con respecto a los hispanos y su historia heredada:

Nuestros antepasados españoles robaron las tierras de nuestros antepasados indígenas (nativos). Algunos de nuestros antepasados (nativos) practicaban sacrificios humanos y canibalismo, mientras que algunos de nuestros ancestros españoles violaron a nuestras madres (nativas). Además de eso, algunos de nuestros ancestros (nativos) traicionaron a su gente en favor de los invasores. Nuestra historia no es linda; pero es más real que la historia que afirma  que los colonizadores blancos llegaron a esta tierra sólo con buenas intenciones, y que cualquier abuso que infligieron en contra de los habitantes nativos fue una excepción, y no la regla. Es una historia que también da como resultado una identidad dolorosa.[5]

Anzaldúa ahonda aún más en el razonamiento del doctor Gonzáles. En un mundo marcado profundamente por el conflicto, Anzaldúa creía que los mestizos podían servir como mediadores, ya que la conciencia mestiza “sirve como una forma de crítica propia”.[6] Anzaldúa se oponía a la simplificación de los conflictos de dos agentes, viendo a un grupo como opresores y al otro como los oprimidos. Ella creía que “nadie está exento de contribuir a la opresión en contextos limitados”.[7] Estos académicos hacen eco de las verdades de las Escrituras. La iglesia histórica reconoce que no está por encima de la culpa y la maldad de este mundo violento. La identidad del pueblo de Dios siempre es simul justus et peccator (simultáneamente justa y pecadora). Al confesar la carencia de inocencia, los cristianos se involucran en el ministerio de forma diferente. 

3) Revertir la escala (La vida en el medio) 

Los mestizos deben tomar una decisión: a) tratar de subir de nivel en la escala para alcanzar la blancura, o b) adoptar el papel de mediadores y embajadores buscando obtener justicia para todos aquellos que han sido afectados negativamente por la escala. Si el doctor González está en lo correcto al decir que la identidad mestiza es una “identidad dolorosa” marcada por la culpa heredada, esto debe incluir las formas en las que los mestizos han procurado subir en la escala para acercarse lo más posible a la blancura. Por supuesto que la historia mestiza no se termina con los antiguos ancestros. Esos programas de blanqueamiento implementados para crear mestizos, son ejemplo de cómo los latinos perpetuaron el racismo. Por otro lado, al formarse e informarse a través de la teología, el mestizaje ofrece una visión de ministerio rica en conexiones con el evangelio. Esta visión comienza con la completa rebelión en contra de la jerarquía racial; es decir, comienza con rechazar la invitación de la supremacía blanca a dar un trato preferencial a los más poderosos (Santiago 2:1-13). Por el contrario, los mestizos están invitados a tomar el enfoque misionero de Dios hacia los pobres. 

Los mestizos que dan prioridad a aquellos afectados por la injusticia racial también abordan sus métodos ministeriales con una profunda humildad, son capaces de reconocer, en sus trabajos, su propia impureza y su culpabilidad; son conscientes del riesgo real de contradecirse a sí mismos. Estas tres lecciones le dan a la iglesia una base para saber cómo abordar la crisis de identidad que envenena a pueblos como Hazelton. El rechazar esta jerarquía racial significa recordar la culpa colectiva, reconocer la impureza compartida, y priorizar la escala revertida

“Es precisamente en el caminar de Jesús que los mestizos encuentran su misión: en el crear. Esto es lo que causa emoción y al mismo tiempo representa el obstáculo más grande. Puede que Dios haya creado el mundo en siete días, pero crear una nueva humanidad, una nueva cultura, requiere de muchas generaciones; no es algo que se pueda legislar; es algo que debe desarrollarse gradualmente a través de los esfuerzos de los poetas, los artistas, y los pensadores…” aquellos que crean cultura.[8]

ACERCA DE EMANUEL (RICKY) PADILLA

Emanuel Padilla es presidente de World Outspoken, un ministerio que prepara a la iglesia mestiza para el cambio cultural. Emanuel está comprometido a servir a los cristianos biculturales que enfrentan preguntas de identidad, cultura y teología. También sirve en The Brook, una iglesia en el lado noroeste de Chicago, junto con su esposa Kelly.

Síguelo en Twitter para obtener más información.

Traducido por: Roselyn Vásquez

CITAS

[1] Jamie Longazel, profesor de Justicia Criminal en la universidad John Jay College en la ciudad de Nueva York, citado por Norris.

[2] Las palabras “mestiza, mestizo, mestizaje” y sus demás variantes poseen significados particulares en varios países de América Latina. En este artículo nos enfocamos en el uso especifico que los Latinoamericanos en EE.UU le dan a esta palabra y sus derivados.

[3] Ver el documental de PBS Black in Latin America (2011) para obtener más información sobre el programa político del cruce de razas.

[4] Gloria Anzaldúa, Norma Cantú, y Aída Hurtado, Borderlands / La Frontera: The New Mestiza, 4ta edición (San Francisco: Aunt Lute Books, 2012), p. 99.

[5] Justo L. González, Mañana: Christian Theology from a Hispanic Perspective (Abingdon Press, 2010), p. 40. Como punto de observación es importante notar que al referirse a la “carencia de inocencia” o culpabilidad, Gonzáles excluye comentarios sobre la herencia hispana. Se podría decir que Gonzáles es culpable de excluir la historia africana en sus recuentos históricos, y al hacer esto, él también carece de inocencia en esta área debido a esta omisión

[6] Néstor Medina y Nstor Medina, Mestizaje: Remapping Race, Culture, and Faith in Latina/O Catholicism (Maryknoll, N.Y: Orbis Books, 2009), p. 25.

[7] Anzaldúa, Cantú, y Hurtado, Borderlands / La Frontera, p. 8.

[8] Virgilio Elizondo, Davíd Carrasco, y Sandra Cisneros, The Future Is Mestizo: Life Where Cultures Meet, Edición revisada (Boulder, Colo: University Press of Colorado, 2000).


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Son pobres porque son perezosos


Las palabras de Richard Delgado me dejaron desconcertado. Al terminar de leer su ensayo, seguí meditando sobre lo perturbador de este fragmento:

“Los latinos estadounidenses se encuentran desproporcionadamente en estado de pobreza y muchos dejan la escuela sin terminar. Un estudio de las Naciones Unidas concluyó que, si se considerara a todos los latinos que residen en Estados Unidos como un país a parte, ese país estaría en el lugar número 35 en el mundo en bienestar social, incluyendo sueldo, educación y acceso a la atención médica”.

En ese fragmento, Delgado se refiere al reporte de desarrollo humano de las naciones unidas de 1993. Ese mismo documento señala que “si en los Estados Unidos, se evaluaran por separado, las estadísticas de desarrollo humano de la población blanca, negra e hispana, los blancos quedarían en el primer lugar en el mundo”. La comunidad latina en Estados Unidos en aquel momento habría quedado en el lugar número 35; mientras que los blancos estaban en primer lugar. Delgado también señala que “esa disparidad racial observada en el reporte de 1993 sólo se incrementó y ahondó”. El reporte del desarrollo humano de las naciones unidas del 2001 reveló que mientras la población blanca de EE.UU. se mantuvo cerca de los primeros lugares en las estadísticas de desarrollo humano mundial, los estadounidenses latinos bajaron aún más, a la posición número 68.  

Percibiendo el sufrimiento de mi gente

Al leer estos números tan nefastos recordé la primera vez que experimenté la pobreza de Puerto Rico. Recuerdo que mi abuela manejaba y yo iba en el asiento de copiloto, y mientras pasábamos por comunidades dilapidadas, mis jóvenes ojos, que sólo conocían mi vecindario clase media de New Jersey, comenzaron a producir lágrimas. Yo nunca había presenciado semejante catástrofe. A esta gente, mi gente, los consumía la desnutrición extrema. 

“Mira, Nathan” me dijo mi abuela, “ellos son muy pobres y están sufriendo y Dios nos llama a amar y cuidar a los pobres, no podemos ignorar esta realidad”. 

Unos días después, durante ese mismo viaje, hablé con uno de mis familiares sobre la pobreza que había visto, “Ah, sí, hay mucha gente pobre en Puerto Rico; pero ellos son pobres porque son perezosos, lo mismo se ve en EE.UU”. 

El tono y los comentarios indolentes de mi familiar me estremecieron; cuando presenciamos la miseria de nuestra gente, mi abuela no había hecho mención alguna a ningún tipo de pereza. Mi abuela sólo me habló de nuestro llamado divino de amar y cuidar a los pobres. Claro, mi abuela no me explicó el porqué de la pobreza de mi gente, pero el contraste entre su énfasis en la actitud llena de amor al prójimo y la explicación tan reducida y simplista de este familiar hacia una pobreza tan extrema, me dejó perplejo. 

Regresando al presente 

Siento escalofríos en todo el cuerpo al recordar esas experiencias. Volví a tomar el ensayo de Delgado para releer ese fragmento. ¿Cómo hago para comprender estas verdades, la pobreza de la que he sido testigo, y lo que me han dicho mis familiares? 

Esta pregunta que tiene tantas dimensiones se hace aún más compleja cuando analizamos información actualizada. Ed Morales escribe que “en promedio, los precios en Puerto Rico son alrededor de 20% más altos que en los EE.UU”. Sin embargo, estos porcentajes se ven en “áreas metropolitanas como Nueva York y Miami”; estas dos ciudades sólo tienen niveles de pobreza del “12% y 24%, respectivamente” mientras que el "41% de la tasa de pobreza que tiene Puerto Rico (comparado al promedio de 14,3% que tiene EE.UU.) representa un porcentaje de la población muchísimo más alto a la cuál se le dificulta simplemente comprar los víveres", enfatiza Morales. "Esta tasa tan alta refleja la concentración de pobreza que uno esperaría ver en las áreas retiradas de las ciudades de EE.UU., mostrando así como los problemas socioeconómicos "americanos" se reproducen en el territorio aislado de una isla"escribió Morales hace dos años; hoy en día la tasa de pobreza en Puerto Rico es de 43.5% (la cuál es dos veces más alta que la de Mississippi, que tiene la tasa de pobreza más alta de Estados Unidos). 

Estos porcentajes tan espantosos ponen en evidencia un sufrimiento humano muy profundo. Esto nos obliga a preguntar nuevamente, ¿cómo debemos entender estás verdades, la pobreza que yo presencié, y lo que mis familiares me explicaron? Permítanme ofrecer tres reflexiones bíblicas que deberían servir de referencia para cada cristiano que intente responder estas preguntas.

Reflexión Bíblica número uno: pereza y Necesidad

La Biblia identifica la pereza como una causante de la pobreza. Esteban Voth escribió, “el libro de Proverbios establece que una de las razones que contribuyen a la existencia de la pobreza es la pereza. Consideremos, por ejemplo, los siguientes versículos.

“La pereza te lleva a un sueño profundo; pasarás hambre si eres negligente”. (Proverbios 19:15)

“Llega el invierno y el perezoso no siembra; cuando llega el verano, no halla comida”. (Proverbios 20:4)

“No seas dormilón, y jamás serás pobre; no pegues los ojos, y el pan nunca te faltará”. (Proverbios 20:13)

“El perezoso se muere de deseos, pero no es capaz de ponerse a trabajar”. (Proverbios 21:25)

Tres de estos versículos relacionan la pereza con el hambre; y otro con la muerte. Por lo tanto, estos escritos revelan su contexto agrario, y también establecen cuales son las consecuencias letales de la vagancia. 

Sin embargo estos pasajes hacen referencia a la pobreza individual, no a la pobreza en forma colectiva. Tres de estos versículos hablan específicamente sobre una persona perezosa. Ese “te” usado en Proverbios 20:13 es singular. El hecho de que se hable de algo tan específico es importante, porque, como debate Ibram X. Kendi, “los comportamientos individuales pueden marcar el éxito de los individuos, pero las políticas determinan el éxito de los grupos”. 

Cuando Isaías y Amós reprendieron a Israel por oprimir a los pobres, ellos resaltaron como Israel, con sus políticas y prácticas contrarias a su pacto con Dios estaban produciendo y perpetuando la pobreza, en este contexto, nos referimos a políticas y prácticas contrarias a la ley y pacto Mosaico. Isaías escribe lo siguiente:

“El Señor se dispone a litigar. Ya ocupa su puesto para juzgar a los pueblos. El Señor abrirá juicio contra ustedes, ancianos y príncipes de su pueblo, porque han devorado la viña y tienen en sus casas lo que les arrebataron a los pobres. ‘¿Qué se creen ustedes, los que aplastan a mi pueblo y muelen a golpes el rostro de los pobres?’ —Palabra de Dios, el Señor de los ejércitos.”. (Isaías 3:13-15)

El Señor condena a un grupo elitista: los ancianos y los príncipes, por establecer y exacerbar la pobreza a través de sus prácticas y políticas contrarias al pacto con Dios. Igualmente Amós declara lo siguiente: 

“Así ha dicho el Señor: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo. Porque han vendido al justo por dinero, y al pobre por un par de zapatos; han aplastado en el suelo a los desvalidos, han torcido el camino de los humildes; ¡hijos y padres profanan mi santo nombre al acostarse con la misma joven! Junto a cualquier altar se acuestan sobre las ropas que reciben en empeño, y en la casa de sus dioses se embriagan con el vino que reciben como multa”. (Amós 2:6-8)

La élite de Israel explota y oprime a los pobres, llenándose hasta más no poder con los recursos limitados de la comunidad, haciendo aún más agudo el sufrimiento del pobre. Ninguna de estas condenas vienen con un tono individualista, todas se enfocan en grupos y sus dinámicas y cada una hace eco de escritos que podemos encontrar en el libro de Proverbios.  

Reflección bíblica número dos: Injusticia y pobreza

A pesar de que el libro de Proverbios identifica a la flojera como una causante de la pobreza de forma individual, el mismo también identifica niveles de injusticia social como la causa de la pobreza comunal. Como bien lo observa Esteban Voth, ya que el mismo libro “propone que muchas veces la pobreza es el resultado de la injusticia”, los lectores “no deben generalizar y atribuirle la existencia de la pobreza solamente a la pereza”. Por ejemplo, consideremos el siguiente versículo

“En el campo de los pobres hay mucha comida, pero se pierde cuando no se imparte justicia”. (Proverbs 13:23)

Los versículos de Proverbios que consideramos en la sección anterior conectan la pereza individual con la pobreza y el hambre individual, mientras que Proverbios 13:23 conecta la escasez del campo de la gente pobre con la injusticia social. Es decir Proverbios 12:23 tiene un parecido increíble a los textos de Isaías y de Amós que ya consideramos. 

También mantienen similares aspectos en común. Voth propone que, “a diferencia de la literatura sapiencial, para los profetas la verdadera causa de la pobreza se encontraba en la presencia de la injusticia. Esta injusticia que había sido institucionalizada tanto en la realeza como en el clero”.

Pudimos notar la institucionalización de esos males en la sección anterior, y aquí podemos notar que los proverbios hacen eco de lo que nosotros y Voth leemos en las palabras de los profetas. 

“El gobernante que oprime a los pobres es como una tormenta que arrasa los trigales”. (Proverbios 28:3)

“Oprimir al pobre es afrentar al Creador; tener misericordia del pobre es honrar a Dios”. (Proverbios 14:31)

“Oprimir al pobre para hacerse rico, o hacer al rico más rico, conduce a la pobreza”. (Proverbios 22:16)

“No te aproveches del pobre porque es pobre, ni prives al afligido de un juicio justo, porque el Señor defenderá su causa y les quitará la vida a quienes les quiten todo”. (Proverbios 22:22-23)

Isaías y Amós reprenden a la realeza por perpetuar la pobreza, así como Proverbios 28:23. Isaías y Amós amonestan al grupo élite de Israel por explotar a los pobres, y Proverbios 22:16 y 22:22-23 anticipan esta amonestación. También Isaías y Amós resaltan cómo la élite de Israel insultaba a Dios al oprimir al pobre.

Al reflexionar en la totalidad del testimonio de las Escrituras, Elsa Tamez propone que “En la Biblia podemos ver que la causa básica de la pobreza es la opresión”. En este caso Tamez se está enfocando en la pobreza comunal; y con ese enfoque, continúa con el siguiente punto: “Los opresores le roban a los oprimidos y los empobrece. Por lo tanto, los oprimidos son aquellos que han sido empobrecidos, ya que los opresores oprimen a los pobres porque son pobres y no tienen poder, pero los pobres se han convertido en pobres precisamente porque han sido oprimidos primero”. Tamez, con un tono profético y proverbial concluye que, “La principal motivación para oprimir es el afán de acumular riquezas, y este deseo está conectado al hecho de que el opresor es un idólatra”. Isaías y Amós no amonestan a los pobres de Israel por ser perezosos, no los exhortan a esforzarse más para superarse; por el contrario, ellos amonestan a la élite y gobernadores de Israel por sus políticas injustas y la implementación de prácticas marcadas por la idolatría.  

Reflección bíblica número tres: Injusticia legal y pobreza

Los gobernadores y aquellos pertenecientes a la clase elitista muchas veces utilizan la ley para promover la explotación y la pobreza y esa es precisamente la razón por la cual Isaías condena a la élite de Israel.  

“¡Ay de los que dictan leyes injustas y emiten decretos opresivos! Con ellos evitan la defensa de los pobres, y les niegan la justicia a los afligidos de mi pueblo; ¡despojan a las viudas y les roban a los huérfanos!” (Isaías 10:1-2)

Estas leyes injustas son completamente contrarias a las leyes que Dios estableció en su pacto mosaico con su pueblo:

“Cuando coseches tu trigo, no siegues hasta el último rincón de tu campo, ni espigues la parte segada. No rebusques tu viña, ni recojas las uvas que se te caigan; déjalas para los pobres y los extranjeros. Yo soy el Señor tu Dios”. (Levítico 19:9-10)

“Porque el Señor su Dios es Dios de dioses y Señor de señores; es Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni acepta sobornos; que hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama también al extranjero y le da pan y vestido. Así que ustedes deben amar a los extranjeros, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Al Señor tu Dios temerás, y sólo a él servirás, y a él seguirás, y por su nombre jurarás”. (Deuteronomio 10:17-20)

Dios establece leyes con la finalidad de cuidar del pobre y remediar el problema de la pobreza; por lo que amar y alabar a Dios implica saber que Él hace justicia a favor de los marginados y se opone a los regímenes opresivos que ocasionan pobreza, así como el de Egipto. 

 Concluyendo con Puerto Rico

Volviendo a los datos grotescos sobre la pobreza en Puerto Rico y a la pregunta tan compleja que nos hicimos anteriormente: ¿Cómo podemos entender estas verdades, la pobreza de la que he sido testigo, y lo que me han dicho mis familiares? Por un lado podemos ver que mi abuela estaba en lo correcto al señalar la importancia del llamado de Dios a cuidar de los pobres; debemos amarlos, y de la misma manera amar el hecho de que los creó tanto a ellos como a nosotros, por el contrario podemos ver que la conexión inmediata que hicieron mis familiares de la pobreza en Puerto Rico con la pereza genera dudas cuando se mira desde un punto de vista bíblico. Las Escrituras conectan ese tipo de pobreza, a nivel social, con las injusticias sociales propagadas por las élites regentes, mientras que mis familiares se conformaron con una visión limitada que solo es válida cuando hablamos de comportamiento individual.   

Hablando bíblicamente, debemos evaluar la pobreza presente en Puerto Rico en términos de una perversidad sistemática propagada por la élite regente y las políticas y prácticas impuestas para promoverla. Esto requiere que analicemos y condenemos a estas élites dentro la isla, pero al mismo tiempo, requiere que analicemos a las élites dentro del colonizador de Puerto Rico: Estados Unidos.

Lo que Delgado señala sobre los latinos, generalmente se aplica a Puerto Rico particularmente: Los latinos necesitan obtener su libertad de “las insignias y los incidentes de la conquista, incluyendo la pérdida de su tierra ancestral, la destrucción de su cultura, la represión de sus idiomas nativos, y del sistema escolar del Estado, que se ha encargado sistemáticamente de borrar sus historias”. Así como lo escribí en otro artículo, la élite blanca de Estados Unidos, creó leyes para gobernar las relaciones entre EE.UU. y Puerto Rico, con el propósito de solidificar estas insignias y la respectiva pobreza que estas conllevan. Estas leyes y las estructuras económicas que estas protegen arremeten contra Puerto Rico y contra su gente pobre. Además, otras figuras académicas como Ed Morales y Teresa Delgado han mostrado cómo la élite de Puerto Rico, como por ejemplo Ricardo Antonio Rossell, se han encargado de sumarle el amiguísimo y la dominación doméstica a estos males; y a diferencia de Zaqueo, estas élites opresivas nunca devuelven lo que han robado. Descolonizar esta catástrofe de múltiples orígenes requiere que confrontemos la idolatría y la explotación similares a las existentes en Egipto y Roma. 

DOCTOR NATHAN LUIS CARTAGENA

Hijo de la unión del sur de E.E.U.U (por su madre) y Puerto Rico (por su padre), el doctor Cartagena es un profesor asistente de filosofía en Wheaton College (en Illinois). Allí, enseña clases sobre raza, justicia y filosofía política, y es parte del centro de estudios del cristianismo primitivo en Wheaton. Sirve al grupo estudiantil “Unidad Cristiana” como profesor consejero. La función de este grupo es fomentar la unidad entre cristianos y celebrar las culturas latinas. También es parte del equipo académico de World Outspoken y es uno de los presentadores de nuestro Podcast “From the Underside”. Actualmente está escribiendo un libro sobre teoría racial crítica con IVP Academic.

Traducido por: Roselyn Vásquez


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Quitándonos el ropaje anglosajón

Este artículo fue escrito por una de nuestras estudiantes, representando el trabajo que está realizando al interactuar teológicamente con su identidad cultural. Estamos muy emocionados de poder ofrecer una plataforma para que nuestras voces jóvenes puedan seguir desarrollándose, ya que estas voces son las que van moldeando la trayectoria que la iglesia mestiza está recorriendo. -Los Editores

 Desde muy temprana edad sentí el llamado al ministerio aun sin saber lo que eso significaba. Esperando poder clarificar ese llamado, me mudé de Costa Rica a Estados Unidos para estudiar en un Instituto Bíblico. De todas las ideas que me pasaron por la mente sobre lo que sería para mí estar en un ministerio, ser una teóloga no era una de ellas; principalmente porque nunca había escuchado de latinos en teología. Hasta este momento de mi vida, los únicos teólogos de los que había oído eran estadounidenses o europeos, por eso, subconscientemente, había dado por hecho que ellos eran las únicas personas con algo importante que decir y compartir en esa área. Durante mi primer semestre, uno de los profesores dijo frente a un grupo de estudiantes latinos, entre los cuales me encontraba yo, que los teólogos latinos no estaban aportando nada a lo que la gente blanca ya ha dicho, en ese momento sentí que no tenía más opción que creerle. Luego, gracias a mi clase de “El cristianismo y la cultura occidental” me encontré con el libro The Story of Christianity (La historia del cristianismo) de Justo González. En una reunión en la que expresé lo sorprendida y alegre que me sentí al ver un nombre latino en la lista de autores para leer ese semestre, mi profesor, quien sin ser latino, fue la primera persona que me habló del valor inmenso de la voz de los latinos en la teología; ese profesor me motivó a hallar mi propia voz dentro del legado de mi gente y me recomendó que comenzara esa búsqueda leyendo el libro “Mañana” de González.

“Mañana” fue escrito en inglés, pero el contenido teológico estaba en un idioma que yo pude entender con más profundidad y no solamente a nivel cognitivo; esta teología tenía sabor latino. Después de estudiar por dos años en un instituto bíblico, ya no estaba segura de si quería seguir siendo cristiana o no. Podía entender el inglés perfectamente, pero aún así estaba en clases, aprendiendo acerca de Dios en un idioma extranjero que no podía comprender; el idioma teológico centralizado en la cultura europea y estadounidense solo me estaba ofreciendo dicotomías y categorías muy organizadas que no concordaban con la fe que había heredado de mi cultura, una fe que no encaja en ninguno de los extremos de los debates entre complementarismo e igualitarismo, o entre arminianos y calvinistas. Lograr restaurar mi fe implicaba volver a mi hogar teológico, sentarme con mis predecesores y ancestros para descubrir el rico manantial de teología que la comunidad latina tiene para ofrecer.  

Mañana fue el punto de partida en mi recorrido de regreso a mi hogar teológico. Para mi sorpresa, la siguiente parada en este peregrinaje fue indagar en las raíces católicas de la iglesia cristiana en latinoamérica (un lugar muy inesperado para comenzar el recorrido, siendo evangélica). Me tocó luchar con el rol de la iglesia en la colonización y el dolor que mis ancestros españoles infligieron en mis ancestros indígenas, todo en el nombre de Cristo y con esto descubrí la segunda iglesia que se formó poco después de la llegada de los colonizadores. En el siglo 16, esta segunda iglesia fue liderada por personas como Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas, estos misioneros españoles dedicaron sus vidas al verdadero evangelio, ese que protegía la dignidad de los pueblos indígenas incluso cuando eso significaba que ellos iban a ser perseguidos y rechazados por la iglesia de los poderosos. En el siglo siguiente la mestiza Sor Juana Inés de la Cruz invirtió su vida en educarse a sí misma en las areas de teología, filosofía y literatura, entre otras, convirtiéndose en la primera “feminista latina intelectual y teóloga de las americas.”[1] Unos años antes de su muerte, la iglesia de los poderosos obligó a Sor Juana a escribir un comunicado de arrepentimiento por sus opiniones y no conformes con esto, al sentirse tan amenazados por las verdades que ella hablaba, también reprimieron sus obras y escritos por trescientos años.[2]

Más tarde, en el siglo 20, nos encontramos con el nacimiento de la teología de la liberación en 1968;  este movimiento que se ha extendido y adaptado a contextos fuera de latinoamérica tiene como eje hermenéutico la perspectiva de los pobres, es decir, la teología de la liberación se preocupa por proveer respuestas teológicas y pastorales a los problemas relacionados con la injusticia y la opresión que atormentan a nuestro mundo. La teología de la liberación se enfoca profundamente en las dimensiones históricas de la salvación, en cómo la salvación de Cristo se refleja en nuestra realidad actual, a través de la liberación tangible en el presente. 

La siguiente parada en mi recorrido fue una puerta abierta hacia un movimiento dentro de la iglesia evangélica, la tradición cristiana a la que llamo mi hogar. La Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL), se fundó en los años setenta, enfocándose en aspectos similares a los de la teología de la liberación pero desde una perspectiva evangélica. La teóloga Ruth Padilla DeBorst explica que los fundadores de la FTL “eran personas que se abocaron a mantenerse fieles a las Escrituras sin dejar de encarnar la realidad sociopolítica en latinoamérica.”[3] La FTL propuso una visión de misión integral (una misión holística), una práctica que busca “integrar la proclamación del reino de Dios y su justicia con la demostración histórica de su presencia a través de las acciones que el pueblo de Dios ha llevado a cabo”.[4] De esta manera, la misión integral ofrece un paradigma que trasciende la falsa dicotomía entre la proclamación del evangelio y el procurar obtener justicia y liberación para todos los pueblos. 

Uno de los retos que encontré durante mi primer año estudiando teología en un idioma diferente fue tener que enfrentarme con el reiterado mensaje que recibí de varios profesores, quienes creían que la teología pura y verdadera no es influenciada y ni siquiera está relacionada con las experiencias de la vida; es decir, estos profesores afirman que existe la teología “universal”, mientras que la teología que toma en cuenta las vivencias de las personas, son consideradas teologías “contextuales”. Justo González explica que esta forma de pensar implica que “la teología masculina del atlántico norte se toma como central, la base, la teología ‘universal’ a la cual las mujeres, otras minorías, y personas de iglesias más jóvenes sólo podrían añadir breves notas a pie de página”. Gonzáles agrega también que “los teólogos blancos ejercen teología general, mientras que los teólogos negros ejercen la teologia negra; así mismo, los hombres ejercen teología general mientras que las mujeres ejercen la teologia determinada su sexo”.[5] En mi recorrido de regreso a mi hogar teológico, descubrí que los teólogos latinos reconocen que, sin duda alguna, toda teología es contextual, y también, que ellos procuran ser fieles al honrar sus contextos al producir teología que provenga de y sea relevante para estos.

Padilla DeBorst propone que los evangélicos radicales de la FTL “...reconocían la necesidad de diferenciar entre el contexto bíblico y el ropaje anglosajón, en el cual la versión noratlántica del evangelio fue empaquetada y exportada al resto del mundo”.[6] El camino que tuve que recorrer para recuperar mi fe me llevó a evaluar el ropaje anglosajón  al que estuve tratando de ajustarme. Este proceso de evaluación fue la segunda de tres conversiones que Orlando Costas identificó en su propio recorrido espiritual. La primera conversión que tuvo Costas fue cuando por primera vez aceptó a Cristo como su salvador, la segunda fue cuando él redescubrió las raíces de su cultura latina, y la tercera fue cuando fue “convertido hacia al mundo”, esta experiencia lo llevó a convertirse en un vocero a favor de la justicia y comenzar sus esfuerzos por desarrollar una teología integral que tome en cuenta la necesidad de estas tres conversiones.[7] Mi tercera conversión comenzó cuando encontré mi llamado a practicar la teología académicamente; encontré mi hogar en el legado de los latinos que habían estado ejerciendo teología por más de 500 años, y siento que es mi humilde honor poder ser parte de esta “gran nube de testigos” que incluyen desde De las Casas y Sor Juana hasta Ruth Padilla y la FTL. He decidido que no me voy a desgastar tratando de formular una teología supuestamente universal que se comunique en un idioma que no puedo comprender, en lugar de eso me voy a dedicar a una teología contextual, específicamente costarricense, una teología con sabor latino, de esa teología que los latinos ya vienen desarrollando desde hace rato. 

WENDY CORDERO RUGAMA

Wendy Cordero Rugama es una estudiante de teología costarricense y la Diseñadora de Contenido Educativo de World Outspoken. Recientemente, Wendy finalizó su licenciatura recientemente y espera continuar su formación académica en un seminario. Vivir en EEUU la ha llevado a reflexionar más profundamente sobre temas relacionados con raza, género y la identidad latina. A Wendy le apasiona estudiar la intersección entre la teología y las ciencias sociales, considerando como la teología afecta todas las áreas de nuestras vidas. Su meta es convertirse en profesora de teología y de esa manera, construir puentes entre la academia y la iglesia invitando a los estudiantes a practicar teología encarnada en sus contextos locales.

CITAS

[1] Chao Romero, Robert. Brown Church: Five Centuries of Latina/o Social Justice, Theology, and Identity. IVP Academic, 2020. 97

[2] ibídem. 97

[3] Padilla DeBorst, Ruth. Integral Mission Formation in Abya Yala (Latin America): A Study of the Centro de Estudios Teologícos Interdisciplinarios (1982-2002) and Radical Evangélicos, 2016. Boston University, PhD dissertation. 29

[4] Padilla, René qtd in Padilla DeBorst. 54

[5] González, Justo L. Mañana: Theology from a Hispanic Perspective. Abington Press, 1990. 52

[6] Padilla DeBorst. 45

[7] Escobar, Samuel. “The Legacy of Orlando Costas.” International Bulletin of Missionary Research, 2001. 50.


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La gracia de Babel

Muy pocos latinos en la fe cristiana conocen la importancia del pequeño pueblo de Ruidoso, Nuevo México. Allí, en una pequeña hacienda a finales de los 80, un grupo que se convertiría en una de las principales voces latinas en teología y estudios bíblicos tomó una decisión que cambió la Iglesia Latina durante los siguientes treinta años. Los académicos se reunieron para juntos, imaginar y construir una nueva asociación teológica para latinos. Discutieron los desafíos que enfrentan los inmigrantes latinos en los EE.UU. y las experiencias de fe de su gente. Néstor Medina tuvo la oportunidad de entrevistar a Orlando O. Espín, participante de este encuentro, y resumió la decisión del grupo al escribir: “Conscientes de sus diferencias y de las percepciones equivocadas que tenían entre sí de sus respectivas comunidades, decidieron restar importancia a las diferencias que los dividía y en vez, enfatizar el sufrimiento y la marginación que tenían en común” (énfasis añadido). 

Minimiza las diferencias. Enfatiza la lucha común. Esto se convirtió en el estilo común para la teología latina en los Estados Unidos. Para restar importancia a las diferencias, el grupo de académicos adoptó el mestizaje como una hermenéutica central para comprender la identidad y la experiencia latina. Tres décadas después, los teólogos se preguntan si el ignorar estas diferencias entre latinos, hizo que ciertas luchas, como la de los inmigrantes afrolatinos que enfrentan el “doble castigo” de prejuicios de la anti-inmigración y la anti-negritud, sean más difíciles de superar. Al desagregar la categoría “Latinos”, estos jóvenes académicos revelan los mayores desafíos que enfrentan los latinos invisibilizados por el trabajo homogeneizador del pasado. Muchos abogan hoy por una dispersión de latinos en designaciones específicas más pequeñas en lugar de categorías monolíticas más grandes. Tal vez se pueda decir que los latinos necesitamos la dispersión de Babel. Es hora de que hablemos en diferentes idiomas.

Para muchos, la Torre de Babel es una historia de maldición y castigo. Las personas se reunieron para construir una ciudad y una torre para alcanzar los cielos. Después de revisar su proyecto, el Señor frustró su trabajo al cambiar sus lenguas. Incapaz de hablar entre sí, la gente se dispersó por la tierra. Es común que esta lectura de Génesis 11 vaya acompañada de una lectura de Pentecostés (Hechos 2) como la inversión de Babel. En Génesis, Dios maldijo al pueblo al imponer la diversidad lingüística; en Hechos 2, el Espíritu Santo hace que las personas se entiendan entre sí. Varios eruditos bíblicos han cuestionado esta lectura de Babel y Pentecostés, y es importante reconsiderar estas historias con relación a la latinidad. ¿Cómo somos un solo pueblo los latinos? ¿Debe nuestra unidad ser igual a la igualdad? ¿Debemos centrarnos solo en nuestros puntos en común mientras ignoramos nuestras diferencias? ¿Cómo podría una relectura de estas historias proporcionar una nueva visión bíblica?

Eric Barreto señala los detalles de Hechos 2 para notar la desconexión entre este pasaje y la historia de Babel. Si Dios tuviera la intención de revertir una maldición, ¿no habría hecho Dios que la gente hablara el mismo idioma? En cambio, el Espíritu Santo hace que esos diversos oradores escuchen y entiendan las buenas nuevas en su propia lengua. La diversidad lingüística permanece intacta. Por lo tanto, parece poco probable que Dios pretendiera que la diversidad lingüística fuera un castigo, y el Espíritu Santo no parece estar deshaciendo tal diversidad. Si Hechos 2 honra la diversidad de idiomas, ¿cómo cambia eso la forma en que leemos Génesis 11?

Pablo R. Andiñach propone que leamos la historia de la Torre de Babel como una historia antiimperialista. Él observa en la historia un uso irónico del nombre Babel que se basa en similitudes en diferentes idiomas. En acadio, la ciudad se llama Bab-il, que significa “puerta de Dios”. Esta era la forma abreviada de la palabra completa, babilani¸ “la puerta de los dioses”. Una lectura cuidadosa de Génesis 11 señala la motivación atribuida a los constructores de la ciudad. Querían hacerse un nombre por sí mismos (v. 4). Estos constructores, dice Andiñach, estaban tratando de establecer su supremacía declarando su ciudad como la puerta de entrada a los dioses. Su ciudad iba a ser la gran ciudad, y su imperio iba a ser respaldado por los dioses conectados allí. Era su intención establecer esta ciudad como la sede del poder. Génesis 11 ya presagia la visión hegemónica de dominación incrustada en Babilonia. Los escritores hebreos se burlan de esta ciudad cuando escriben que Dios dispersó a los constructores, y es por eso que el lugar ahora se llama Babel (hebreo: confusión). Dios renombra. Dios no elige a Babilonia, ni Dios permite que los imperialistas absorban a todos los pueblos en su reino. El imperio ha sido confuso, disperso, dejado en desorden. ¿Qué significa esto para la diversidad lingüística?

Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos;
Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.
— Salmos 55:9

Andiñach argumenta que el control del lenguaje, como el nombramiento de un lugar, ciudad o gente, está ligado al poder. Babilonia es el nombre bíblico del imperio, al que Israel entraría más tarde como prisionero de guerra. Un día, los israelitas se verían obligados a hablar el idioma del imperio, obligados a vivir bajo la hegemonía cultural de sus opresores. Génesis 11 es un presagio de la intención de Dios para Babilonia. Dios condena las afirmaciones de supremacía de Babilonia. Dios dispersa el imperio, y al hacerlo, Dios privilegia a aquellos que los babilonios eventualmente oprimirían. La historia indica la intención de Dios para el mundo. Dios no quiere una absorción monolítica en las formas de ser del imperio. En cambio, Dios obligó a los pueblos a retroceder para continuar llenando la tierra de trabajo en equipo y florecimiento. La diversidad lingüística es lo que Dios quiso para el mundo. Babel fue desmantelada porque amenazaba el orden previsto por Dios. El resto del antiguo testamento muestra cíclicamente a Dios destruyendo ecos babilónicos; dondequiera que la violencia monolítica sea el modus operandi, Dios la desmantela.

Debemos ser cautelosos sobre cómo juzgamos a los latinos del pasado cuando enfrentaron la violencia monolítica del imperio. En las décadas de 1960, 1970 y 1980, Estados Unidos operaba con una visión de asimilación de las minorías racializadas. Esta visión se remonta aún más a principios del siglo XX, cuando Daniel Burnham y otros planificadores urbanos prominentes imaginaron casas de campo donde se les enseñaría a los inmigrantes el "estilo de vida estadounidense". Estas casas de campo también albergarían clases de idiomas, y la intención de Burnham era que los inmigrantes debían asistir a estas clases. La intención de Burnham no se materializó por completo en Chicago, la ciudad de Burnham, pero el espíritu de esta planificación continuó en programas políticos similares. El objetivo era producir una forma de ser, según las lógicas y visiones de los líderes blancos en el poder. Ante programas de asimilación como estos, los eruditos del pasado resistieron nombrándose a sí mismos y honrando sus propias tradiciones y culturas. La protección de la identidad y la cultura es, en parte, lo que impulsó a la reunión de académicos latinos en Ruidoso a colaborar. Para comprender sus decisiones, deben ser revisadas contra las operaciones babilónicas de los EE. UU.

Latinos y Asiáticos Americanos

Como se mencionó anteriormente, la reunión de la hacienda es el origen del mestizaje como una herramienta teológica significativa para los latinos en los Estados Unidos. Aquellos presentes optaron por utilizar la obra de Virgilio Elizondo como hermenéutica central para comprender la experiencia latina. Hasta el día de hoy, el mestizaje sigue siendo la forma dominante de entender la identidad latina. Somos el pueblo mixto de las tierras fronterizas. Los que son ni de aquí, ni de allá. No somos, según la lógica del mestizaje, ni blancos ni negros. El mestizaje presentó la posibilidad de hablar de nuestra condición de estar entre mundos. La utilidad del marcador de identidad era su poder de reunión. Los teólogos latinos de Cuba, México, Estados Unidos y Puerto Rico ahora podían hablar como un solo pueblo “mestizo”. Podrían vivir bajo un solo nombre.

Esta decisión no es extraña para su época. A finales de los años 60, los activistas estudiantiles de California se declararon en huelga por un programa de estudios étnicos. En una entrevista para Asian Americans Generation Rising, Penny Nakatsu dice que escuchó el término "asiático americano" por primera vez en 1968 mientras asistía a estas huelgas. Los años 60 y 70 fueron una época de construcción de coaliciones, de reunión de personas de diversas nacionalidades bajo un mismo nombre. Con su mayor número, este grupo podría ejercer presión política para satisfacer sus necesidades. Al igual que los teólogos latinos, los estudiantes asiático-americanos estaban más preocupados por el sufrimiento compartido y la marginación de sus pueblos. Se reunieron para resistir un régimen opresor común.

En 2021, Asiático-Americano, Latina/o, Hispano y otras clasificaciones similares son disputadas por estudiantes y académicos políticamente activos que comparten las motivaciones de sus contrapartes de los años 60 y 80. Los activistas de hoy usan una mayor diversidad de identificadores con el deseo expreso de abogar por grupos invisibles. Este compromiso es un eco del pasado, pero muchas personas en esta generación más joven creen que los términos del pasado son demasiado homogeneizadores. Demasiado monolíticos. Entre los latinos, algunos incluso acusan a los estudiosos del pasado de esencializar la identidad latina. El esencialismo es el punto de inflexión. Sin embargo, es posible que el giro hacia identidades más específicas no resuelva el problema del esencialismo. En un video sobre la eliminación de las latinas negras de los videos musicales de reggaeton, La Gata sugiere que restablezcamos la prueba de la bolsa de papel marrón para garantizar que se elijan afrolatinas lo suficientemente oscuras; las afrolatinas con potencial de ser identificadas como blancas son su preocupación. En un deseo de hacer justicia, La Gata corre el riesgo de esencializar la afrolatinidad en torno a los límites del pigmento.

En la tensión entre generaciones se pierde el origen del problema de esencializar/nombrar. La marginación de distintos grupos en los años 60, que exigía una respuesta colectiva, y la homogeneización actual de las minorías en un solo grupo “otro”, que exige una respuesta dispersa, son operaciones de la supremacía blanca. Estas maquinaciones son parte de lo que Emilie Townes llama la fantástica imaginación hegemónica de Estados Unidos. “La imaginación fantástica hegemónica trafica con la vida de las personas caricaturizadas o saqueadas para que la imaginación creadora de lo fantástico controle el mundo a su imagen y semejanza”. Lo fantástico no se limita a las obras de arte, el márketing o los medios. Townes argumenta que las imágenes de y sobre los pueblos minoritarios dan forma al tejido mismo de lo cotidiano. Yolanda M. López revela esto de manera más vívida en su instalación de arte de 1994 The Nanny, de la serie Women's Work is Never Done, en la que coloca el uniforme de una niñera, que a menudo usan las latinas, entre dos carteles de márketing que representan a mujeres blancas que explotan a las latinas. El márketing, en este caso un anuncio de turismo y una promoción de tejidos de lana de la revista Vogue, sigue perpetuando un imaginario que moldea negativamente las condiciones materiales de los más abyectos.

Las obras de arte como The Nanny demuestran lo que Townes llama la producción cultural del mal. Los anuncios, el uniforme y otros elementos de la instalación demuestran la forma en que las pequeñas cosas cotidianas perpetúan las imaginaciones malvadas de los pueblos minoritarios; mantienen la imaginación fantástica hegemónica. La ubicuidad de las cosas que perpetúan esta imaginación asegura que todos la interioricen. Townes nuevamente: “Se encuentra en los privilegiados y en los oprimidos. No hace acepción de raza, etnia, nacionalidad o color. No está sujeto al género ni a la orientación sexual. Se puede encontrar en los viejos y los jóvenes. Ninguno de nosotros escapa naturalmente a ella, ya que se encuentra en los códigos culturales profundos con los que vivimos en la sociedad estadounidense” (énfasis añadido). Entonces, ¿cómo evitamos la producción cultural del mal que sistemáticamente margina a pueblos diversos enteros? ¿Cómo resistimos a la imaginación fantástica hegemónica y su tendencia a agrupar, nombrar y definir a las personas según su propia imagen? ¿Cómo trabajan juntas las generaciones para resistir al imperio?

EL ESENCIALISMO Y WEST SIDE STORY

En los años 60, cuando los estudiosos latinos optaron por vivir bajo un solo nombre, lo hicieron para ganar mayor poder político dentro de un sistema que los ignoraba a menos que se asimilaran. El sistema, sin embargo, convirtió sus esfuerzos de recolección en una herramienta en la imaginación hegemónica fantástica, y se utilizó para perpetuar visiones de latinidad que marginaron aún más a las personas a las que nombraba. Esto es quizás más evidente hoy en el reciente remake de West Side Story de Spielberg. Durante un panel de discusión que se llevo a cabo recientemente con destacados académicos puertorriqueños, el nominado al Grammy, Bobby Sanabria, compartió sobre su participación en una junta asesora que consultó a Spielberg, Tony Kushner y su equipo sobre los temas culturales a considerar para su nueva versión. Sanabria explicó que la película original resonó en él personalmente porque recordaba tener que unirse a una pandilla puertorriqueña en los años 50 “para protegernos de las pandillas blancas que no nos ‘toleraban’…”. Continuó, “es una realidad que sucedió y sigue siendo una realidad hoy”. Brian Eugenio Herrera, otro panelista, respondió, señalando que la realidad de las pandillas era y es ciertamente cierta, pero el impacto de West Side Story es que llenó la imaginación de los EE.UU. con imágenes de latinos caribeños como miembros de pandillas criminales.

La imagen que produce la película no es la de la vida pandillera como defensa propia, sino la de la vida pandillera como criminalidad violenta. Durante el período de 60 años desde el estreno de la película original, los jóvenes afrolatinos se han resistido a esta percepción. Lo que había sido impactante para Sanabria fue veneno para la siguiente generación. El problema, según explicó Herrera, fue el desarrollo de un arquetipo estético, una caricatura permanente de lo que significa ser puertorriqueño. La película puede haber retratado algo específico de su época, pero esta imagen se convirtió en la descripción universal y esencial de la juventud latina, incluso más allá de los puertorriqueños. Con el lanzamiento de esta nueva versión, la cuestión del esencialismo toma centro de atención nuevamente.

RESISTIR AL ESENCIALISMO ESTÉTICO DE BABILONIA

El debate sobre West Side Story corre a lo largo de las tensiones generacionales ya descritas aquí. Una generación mayor alaba la película; una generación más joven se resiste. Algunos dentro de la generación anterior perciben un poder positivo en él. Una generación más joven se siente debilitada por ello. Herrera señala acertadamente que la película, al igual que los estudiosos de Ruidoso, marcó el estilo de lo que significa representar a los latinos. Los estudiosos de la hacienda de Ruidoso también marcaron el estilo teológico de los latinos, adoptando el mestizaje como herramienta para restar importancia a sus diferencias. Sin embargo, para resistir al imperio hoy, quizás lo que necesitamos hacer es liberar los controles hegemónicos de estilo y estética. Nuevamente, necesitamos la gracia de Babel y la afirmación de Pentecostés.

Victor Anderson, profesor del Programa de Estudios Afroamericanos y de la Diáspora y Estudios Religiosos en Vanderbilt Divinity School, observa una tensión generacional similar en el trabajo de sus estudiantes negros. Según Anderson, los estudiantes continúan haciendo preguntas que él pensó que fueron resueltas por la generación anterior de académicos. Preguntas como, “¿Qué hace que uno sea negro? ¿La erudición negra debe ser política? ¿Son las películas, la literatura y las artes negras algo producido por una persona negra? ¿Hasta qué punto pueden los académicos negros abrazar el multiculturalismo como un modo de diferencia y seguir siendo distintivamente negros? ¿Acaso no hay algo acerca de ser negro que no se comparte con ninguna otra raza?” Estas preguntas hacen eco de las preguntas contemporáneas sobre la afrolatinidad y los latinos en general.

En lugar de estilos esencializados que restringen la identidad a una sola forma, Anderson propone que los académicos negros conciban su trabajo como expresiones de las múltiples manifestaciones de la negritud. Para Anderson, la negritud debe entenderse como un “estado inacabado” y una “subjetividad compleja”. Por estado inacabado, Anderson sugiere que la palabra final y definitiva sobre la identidad negra siga sin decirse. Cada nueva generación contribuye a la forma y formación de la identidad negra; añaden otra manifestación a la variedad. La subjetividad compleja es un reconocimiento de que cada persona existe en la intersección de varios mundos, conectados entre sí, pero distintos a la vez. Como dice Emilie Townes: “no vivimos en una sociedad sin fisuras. Vivimos en muchas comunidades, a menudo simultáneamente”. Juntas, las ideas de estos estudiosos apuntan a un mundo post-Babel que afirma los anhelos de ambas generaciones y se abre a una diversidad de pueblos.

La historia de Babel y Pentecostés reflejan la afirmación de Dios de una diversidad de pueblos. Nuevamente, Babel no es una maldición hacia la diversidad, ni Pentecostés es una reversión hacia la homogeneidad. En ambos relatos, Dios afirma al otro minorizado y lo hace en contraste con el imperio. (Pentecostés sirve como un encuentro temprano entre la Iglesia y Roma.) ¿Cómo reconciliamos las dos generaciones y evitamos la tendencia esencializadora de Babilonia? Hay al menos tres lecciones presentadas por los eruditos discutidos aquí.

1) Resistir la fantástica imaginación hegemónica que llevamos dentro

Emilie Townes destacó la posibilidad real de que la imaginación hegemónica pueda ser interiorizada. Esto es tan cierto para la generación anterior como para la más joven. ¿Es posible que la generación anterior no haya visto el esencialismo inherente en su defensa? Sí, por supuesto. Sin embargo, criticarlos sin reconocer las formas en que resistieron las fuerzas hegemónicas de asimilación en su época es reducir su historia. ¿Es posible que las discusiones contemporáneas sobre la afrolatinidad corran el riesgo de esencializar la negritud en las comunidades latinas? De nuevo, sí. Pero ignorar las formas en que se invisibilizó la experiencia negra desde que el mestizaje se convirtió en un arquetipo nos alinearía con la tendencia del imperio a borrar y asimilar. Todos los pueblos son cómplices, de una forma u otra, del imperio. Recordar en detalle la historia latina, eso es parte de nuestra resistencia. Reconocer lo que inspiró a los estudiantes de California a adoptar el término “asiático americano”, recordar por qué los latinos adoptaron el mestizaje, recordar por qué sus diferencias eran menos importantes que su lucha compartida, esto es lo que se requiere si queremos colaborar contra las operaciones del imperio.

2) Celebrar la “Subjetividad Compleja” como la gracia post-Babel

Mientras trata de explicar su teo-ética mujerista, Emilie Townes escribe: “la vida y la totalidad (el desmantelamiento del mal/la búsqueda y celebración de la libertad) se encuentran en nuestras interacciones individuales con nuestras comunidades y los mundos sociales, los pueblos y la vida más allá de nuestros lugares inmediatos.” El punto es que la diversidad no es igual a una sociedad sin costuras. Diversas comunidades, por distintas que sean, continúan teniendo puntos de intersección. Y, como bien dice Townes, la totalidad exige que trabajemos dentro de nuestro grupo distintivo y con otros más allá de nuestra tribu. Podemos deleitarnos y celebrar el regalo de Babel, el regalo de la diversidad de idiomas y pueblos, mientras nos conectamos a lo largo de las costuras de la conexión. Para decirlo de otra manera, ahora podemos celebrar las diferencias en lugar de restarles importancia. Esta celebración debe ser paralela a nuestro trabajo continuo contra nuestra lucha común. Celebra la diferencia. Resiste la lucha común. Esa debería ser la fórmula en el futuro.

3) Trabajo en lo cotidiano

Para los académicos latinos y negros, lo cotidiano es el lugar de la resistencia. La obra de arte de Yolanda M. López nos recuerda que la imaginación hegemónica fantástica del imperio produce objetos cotidianos del mal. Entonces, nuestra resistencia también debe operar en lo cotidiano. Todos los días debemos estar en sintonía con las formas en que se moldea nuestra imaginación, y todos los días tenemos la oportunidad de crear mundos diferentes. Como sujetos complejos no inocentes que viven juntos en la gracia de la obra de Dios en Babel y Pentecostés, podemos crear ciclos virtuosos de producción cultural que liberan a las personas para vivir en su idioma e identidad. Las artes cotidianas, los productos cotidianos, las palabras cotidianas pueden liberar a las personas del monolito. Los rituales cotidianos pueden señalar a las personas la Palabra que juzga a Babilonia y libera a sus cautivos para testificar de Su bondad en su lengua y tribu.

Acerca de Emanuel (Ricky) Padilla

Emanuel Padilla es presidente de World Outspoken, un ministerio que prepara a la iglesia mestiza para el cambio cultural. Emanuel está comprometido a servir a los cristianos biculturales que enfrentan preguntas de identidad, cultura y teología. También sirve en The Brook, una iglesia en el lado noroeste de Chicago, junto con su esposa Kelly.

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No hay Evangelio sin contexto

“Si el evangelio no es contextualizado, la Palabra de Dios continuará siendo un logos asarkos (palabra no encarnada), un mensaje que toca nuestras vidas solo tenuemente.” – C. René Padilla

Una Tradición

Durante más de cincuenta años, los teólogos latinoamericanos han enfatizado que las relaciones divino-humanas, las teologías y las prácticas cristianas están cargadas de cultura. Por ejemplo, Elizabeth Conde-Frazier escribe: "la naturaleza de Dios es contextual y dar testimonio del evangelio es un asunto contextual” Agregando además, al considerar la educación teológica, que: “Los lugares de nuestra educación teológica son los lagos y océanos de nuestras vidas, la intersección de lo práctico y lo teórico a medida que avanzamos hacia la acción pastoral. Nuestra teología nunca surge de un espacio vacío”. Así, Conde-Frazier se hace eco de una tradición de latinos que incluye a C. René Padilla, Ada María Isasi-Diaz, Orlando Costas, Justo González y Elsa Tamez.

Al igual que muchos otros latinos, viví la mayor parte de mi vida sin saber de la existencia de esta tradición. Nadie la compartió conmigo; nadie la transmitió. En un esfuerzo por romper este ciclo de erradicación, permítanme compartir algo de lo que he aprendido escuchando el ruego de latinos por teologías contextuales.

La Palabra se introdujo en la cultura

La encarnación del Hijo de Dios es uno de los grandes misterios que celebran los cristianos. El Hijo es "por medio de quien todas las cosas fueron creadas y por medio de quién vivimos." (1 Corintios 8:6); al que Dios “designó heredero de todo, y por medio de quien hizo el universo” (Hebreos 1:2); y el que “es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:15-16). En resumen, el Hijo de Dios es la Palabra (Juan 1: 1-5). Y esta Palabra “se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). El Hijo de Dios se hizo Jesús de Nazaret.

Cuando el Hijo asumió la carne humana, el Hijo asumió una identidad y un contexto cultural. Como escribe René Padilla, “El Verbo se hizo carne. Al hacerlo, hizo una inculturación, ya que los humanos somos seres culturales”. Comprender o proclamar la Buena Nueva de Jesucristo requiere obligatoriamente hacer referencia a una cultura humana. Padilla también escribe que “El clímax de la revelación de Dios es Emmanuel. ¡Y Emmanuel es Jesús, un judío del primer siglo! La encarnación demuestra inequívocamente la intención de Dios de darse a conocer desde dentro de la situación humana. Debido a la naturaleza misma del evangelio, sólo lo entendemos como un mensaje contextualizado en la cultura". El punto que Padilla resalta, sobre la necesidad de una cultura para que la gente conozca el evangelio hace eco de la perspectiva que Orlando Costas tiene sobre la revelación.

“La contextualización bíblica tiene sus raíces en el hecho de que el Dios de la revelación sólo puede ser conocido dentro de la historia. Tal revelación llega a pueblos específicos en situaciones concretas por medio de símbolos y categorías culturales particulares... En el Antiguo Testamento vemos que la teología aparece como una reflexión acerca del Dios que se da a conocer a través del lenguaje humano, una reflexión situada en un momento histórico y atada a una cultura. En el Nuevo Testamento, sin embargo, esta revelación alcanza su punto máximo: Dios se da a conocer en carne humana”. Podemos resumir lo que Padilla y Costas explican, al decir que: El Hijo asumió una cultura judía del primer siglo y reveló la imagen del Dios invisible a través de ella (Colosenses 1:15).

Las Escrituras nos proveen aún más para hablar sobre la inculturación de Dios en Cristo. Cuando el Hijo se convirtió en Jesús de Nazaret, el Hijo se convirtió en una persona colonizada, un judío bajo la ocupación imperial romana en las tierras del norte de Galilea, una región subdesarrollada, lejos de Roma y de Jerusalén. Incluso, algunas regiones de Galilea eran consideradas peores que otras y Nazaret es una de ellas. Este pequeño pueblo era un charco dentro del charco. Por eso, cuando Natanael recibió una invitación para encontrarse con "Jesús, hijo de José de Nazaret", Natanael preguntó burlonamente: "¿Puede salir algo bueno de Nazaret?" (Juan 1:46). Natanael hizo esta pregunta sin saber que Jesús y sus padres eran pobres y que habían sido refugiados. Como observa René Padilla, “La ofrenda que José y María [los padres de Jesús] trajeron al Templo con motivo de su presentación fue la que el Antiguo Testamento estipulaba para los pobres, es decir, dos tórtolas o palomas (Lucas 2:23). También, a temprana edad, Jesús fue un refugiado”. El Hijo de Dios no asumió una cultura privilegiada sino que asumió una cultura, en múltiples maneras, marginada. Emmanuel llevaba una cultura forjada en la opresión, y fue dentro de esta cultura que él “creció y se hizo fuerte, lleno de sabiduría; y el favor de Dios estaba sobre él ”(Lucas 2:40).

Toda teología es formada por la cultura

Si el Hijo de Dios encarnado asumió una cultura oprimida en múltiples formas, también es cierto que las personas pueden conocerlo sólo desde sus propias culturas particulares. Por ejemplo, considere la práctica de leer las Escrituras; Justo González observa que todas las teologías que surgen de una interpretación de las Escrituras “son contextuales y por lo tanto, expresan el evangelio tal como es visto desde una perspectiva particular”. González señala que esta verdad se desprende de otra: “Si algo hemos aprendido durante estas últimas décadas de la modernidad es que el conocimiento está siempre sujeto a una perspectiva”. Todos leemos las escrituras desde una cierta perspectiva, desde un lugar en particular. Y como sostiene Oscar García-Johnson, “el lugar en el que se forma la teología importa. El lugar importa porque el idioma, la cultura y las tradiciones nunca son portadores neutrales de ideas; siempre dan forma a lo que reciben de acuerdo con los valores e inclinaciones de ese lugar y su gente ”. En los Estados Unidos, por ejemplo, muchos evangélicos anglo resumen “el evangelio” en cuatro palabras, “Jesús es mi lugar”. Traducción: "Jesús toma legalmente (de forma sustitutiva) mi lugar”. Esta reducción lingüística omite varios componentes del evangelio, incluyendo su alcance cósmico. Pablo escribe que “la creación fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (Romanos 8: 20-21). La obra redentora de Jesús de Nazaret logró la liberación de la creación de la maldición de Génesis 3. Es muy probable que los anglo evangélicos estadounidenses que cargan esa concepción incompleta del evangelio en su caja de herramientas interpretativas malinterpreten o pasen por alto pasajes que enfatizan la amplitud cósmica del evangelio.

El ejemplo anterior ilustra cómo las tradiciones influyen al momento de leer e interpretar las Escrituras. Oscar García-Johnson escribe, “la teología se desarrolla en un lugar particular a partir de la interacción, no solo entre las Escrituras y la cultura, sino entre alguna versión de la tradición cristiana y las tradiciones autóctonas de ese lugar—tanto culturales como religiosas”. La interpretación del evangelio que dice “Jesús es mi lugar” muy defendida por los anglo evangélicos en los Estados Unidos es común entre las denominaciones históricamente blancas y bautistas con sede en los Estados Unidos; pero ésta, en su mayoría, está ausente en las comunidades históricamente latinas o negras católicas de los Estados Unidos. Por lo tanto, los miembros de estas diferentes tradiciones cristianas traen lentes formados por su tradición que muestran contrastes en su forma de leer las Escrituras y las teologías que construyen a partir de ellas.

Debido a que todos se adentran en las Escrituras y construyen la teología desde perspectivas formadas por tradiciones y culturas particulares, Justo González sostiene que debemos tener cuidado con las teologías que no toman en cuenta las ubicaciones sociales de donde surgen.

Precisamente porque la perspectiva no puede evitarse, cuando no se reconoce explícitamente, el resultado es que una perspectiva particular adquiere el aura de universalidad. De manera que la teología desde una perspectiva masculina puede afirmar ser humana de manera general, y que la teología blanca del Atlántico Norte se crea "normal", mientras que las teologías del llamado Tercer Mundo o de minorías étnicas en el Atlántico Norte se consideran contextuales o basadas en perspectivas humanas.

No existen interpretaciones “universales” ni teologías sin un origen localizado; y pretender que existen, es una perspectiva relacionada fuertemente con formas históricas de hegemonía racista y nacionalista. También se correlacionan con interpretaciones que no logran confrontar a Mammón.

La epístola de Santiago frecuentemente reprocha a los materialmente ricos y ofrece ánimo a los materialmente pobres. El capítulo 2 es un ejemplo de ello. “Escuchen, mis amados hermanos y hermanas. ¿No ha elegido Dios a los pobres del mundo para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? Pero has deshonrado a los pobres. ¿No son los ricos los que te oprimen? ¿No son ellos los que te arrastran a la corte? ¿No son ellos los que blasfeman el excelente nombre que se invocó sobre ti? (Santiago 2: 5-7). Elsa Tamez señala que los “pobres” en 2:5 son los πτωχοι (ptochoi), “los que no tienen absolutamente nada, ni siquiera un trabajo; dependen de la limosna”. Sin embargo, C. Leslie Mitton descuida este punto básico en su comentario. Mitton identifica a los pobres como espiritualmente devotos y afirma que este término se refiere a "la clase de personas para quienes la prosperidad significa poco, ya que la obediencia a Dios lo es todo". Esta lectura no alcanza a explicar el significado real del término griego, ni el papel que juega su significado dentro de lo que Santiago está describiendo sobre cómo los materialmente ricos oprimen a los materialmente pobres. Y como escribe Tamez, “Solo alguien con un trabajo, comida y techo podría afirmar tal cosa. Los hambrientos, los explotados, los desempleados quieren como mínimo, satisfacer sus necesidades básicas, y se vuelven a Dios con esa esperanza”. Muchas interpretaciones "universales" de las Escrituras son artefactos corruptos de la clase media a media alta que fallan en notar la preocupación especial de Dios por los pobres.

Nada de lo que hemos considerado excluye la posibilidad de que una lectura contextualizada particular sea mala. Puede que lo sea. Un defensor del machismo consciente de sí mismo puede notar este compromiso y ofrecer una lectura misógina de las experiencias de Agar. Pero al resaltar ese compromiso, se prepara a los lectores para lo que encontrarán y mantiene sus afirmaciones fuera de la categoría “universal”. Las interpretaciones o teologías que no son conscientes de su propia contextualización no logran llevar a cabo ninguna de estas funciones; más aún, tienden a ser constantemente divisivas. Como escribe González, “la contextualización inconsciente... ciertamente conducirá a la fragmentación, porque es por naturaleza sectaria, y no reconoce que es solo una parte del todo”. González continúa:

Lo que lleva a la fragmentación no es la existencia de una teología negra, una teología hispana o teologías que tomen en cuenta explícitamente el género del teólogo. Lo que conduce a la fragmentación es la falta de reconocimiento de que todas estas teologías, así como todas las expresiones de la teología tradicional, son contextuales y, por lo tanto, expresan el evangelio como es visto desde una perspectiva particular.

Como dice M. Daniel Carroll Rodas, debemos esforzarnos por ser “intérpretes (y teólogos) contextualizados conscientes de nosotros mismos”. Tener esa realidad presente, escribe Conde-Frazier, requiere que estemos cada vez más conscientes de “las anteojeras culturales y los filtros ideológicos a través de los cuales interpretamos el mundo”. Aunque tal autoconciencia es insuficiente para una lectura o teología certera, es un componente clave del discipulado cristiano y el compromiso del cristiano de remediar y hacerle resistencia a la opresión. Como sostiene Ada María Isasi-Díaz, “quién soy, de dónde vengo y adónde quiero ir da forma al método y al contenido de mi trabajo teológico. Aunque tal auto revelación es siempre peligrosa, he entrado en ella porque creo que la presunción de objetividad por parte de los teólogos indica complicidad con el status quo, un estado que para mí y mis hermanas hispanas es opresivo”.

Contextualización para y con ojos latinos

Los latinos deben ser particularmente conscientes de la necesidad de considerar las influencias opresivas que le dan forma a como cada persona lee las Escrituras. Los íberos que colonizaron la actual América Latina defendieron las interpretaciones bíblicas y teologías que justificaron la conquista imperial y el asesinato. El documento español, El Requerimiento, lo deja claro y confirma la visión liberadora de Elizabeth Conde-Frazier: “Los colonizadores presentaron sus propias lecturas como las únicas lecturas posibles. Puede parecer que estar en desacuerdo con las lecturas colonizadoras es estar en desacuerdo con la Biblia misma, pero esto no es así, porque hay una brecha entre la interpretación bíblica de los colonizadores y la Biblia como la Palabra viva de Dios”. Por supuesto, lo que es cierto de los colonizadores ibéricos también lo es de los esfuerzos misioneros del siglo XX en América Latina. Nuevamente Conde-Frazier afirma: “La aparente inflexibilidad de la interpretación de la Palabra más allá de las 'verdades' prescritas por los misioneros ha creado confusión para la iglesia latina en un momento de crisis para la comunidad así como muchos cambios en la sociedad actual, incluyendo cambios generacionales de perspectivas dentro de sus propias familias”. Muchos misioneros en América Latina proclamaron el evangelio y formaron a los creyentes latinos bajo concepciones del evangelio marcadas por sus perspectivas imperiales, blanqueadas, eurocéntricas o estadounidenses y de clase media. Sin embargo, fallaron perpetuamente en ver el bagaje cultural que le agregaron al evangelio y al discipulado. Para ellos, lo que ofrecían era el cristianismo, puro y simple. Patrones similares se aplican a latinos evangélicos en los EE. UU. La mayoría pertenece a congregaciones, parroquias y denominaciones revestidas con ropaje anglosajón, con bordados imperiales, nacionalistas, racistas, clasistas y sexistas al estilo estadounidense. Incluso los evangélicos latinos que evitan el compañerismo con estas comunidades eclesiásticas enfrentan la realidad de que ellas dominan las publicaciones cristianas, la radio cristiana y los medios de comunicación y televisión cristianos. “Incluso si no venimos de estructuras eclesiásticas dirigidas por anglosajones”, Conde-Frazier escribe, “esas estructuras ideológicas teológicas han proliferado a lo largo de nuestras vidas”. A pesar de la potencia de su propagación, el ropaje anglosajón no es el evangelio ni es el testimonio bíblico. Además, no es apto para la tarea de ayudar a los latinos a navegar fielmente los desafíos específicos que enfrentan. De hecho, típicamente lo que se logra al revestir el evangelio con el ropaje anglosajón es bautizar y promover creencias, narrativas e imágenes que legitiman estos desafíos.

A pesar de que cumple esta función legitimadora maligna, las comunidades latinas frecuentemente encuentran difícil deshacerse y resistir el ropaje anglosajón. Para ellos, esta vestimenta cultural es la tradición a través de la cual entienden el cristianismo. Como observa Conde-Frazier, “La tradición se ha convertido en el filtro a través del cual leemos las Escrituras. Cuando el Espíritu sopla nueva vida a la interpretación del texto, no siempre estamos listos para escuchar lo que nos dice. Si no nos suena familiar, nos apresuramos a creer que no es ortodoxo o que no es sana doctrina". ¿Quién se resistiría a lo que ellos creen que es la sana doctrina? Algunos reconocen que las interpretaciones y teologías cubiertas con ropaje anglosajón no son sana doctrina. Sin embargo, también reconocen que las personas, comunidades e instituciones prominentes que promueven estas interpretaciones y teologías tienen una cantidad desproporcionada de dinero y poder. En consecuencia, es probable que separarse de ese ropaje lleve a estas personas y comunidades a una posición extremadamente vulnerable. Aún así, otros están dispuestos a correr este riesgo, pero dudan porque han interiorizado creencias de inferioridad que adornan el ropaje.

René Padilla habló del desafío latino para reparar los problemas del ropaje anglosajón en términos de “dependencia teológica”. Padilla escribe: "Una evaluación de todos estos aspectos de la situación de nuestra Iglesia mostrará que nuestra 'dependencia teológica' es tan real y seria como la dependencia económica que caracteriza a los países del Mundo Mayoritario". Para Padilla, esta dependencia es profundamente problemática. Refiriéndose al evangelio, Padilla declara, “mientras el evangelio no alcance una contextualización profunda en la cultura local, el evangelio seguirá siendo percibido, por la gente de esa cultura, como una 'religión extranjera'”. Este punto nos devuelve al epígrafe. “Si el evangelio no es contextualizado, la Palabra de Dios permanecerá siendo un logos asarkos (palabra no encarnada), un mensaje que toca nuestras vidas sólo de manera tenue”.

Los latinos en la tradición que estamos considerando hacen un llamado a las comunidades latinas, instándolos a construir, influenciados por las verdades sobre la enculturación del Hijo de Dios y la contextualización del conocimiento humano, interpretaciones y teologías que contextualicen el evangelio y el testimonio bíblico de acuerdo con sus ubicaciones sociales particulares. Estas construcciones teológicas deben tomar en cuenta lo que Ada María Isasi-Díaz llama lo cotidiano: la vida cotidiana de los latinos y sus comunidades. La meta, explica Padilla, es tener comunidades eclesiásticas que “a través de la muerte y resurrección con Cristo [encarnen] el evangelio dentro de su propia cultura”. Esto no implica que el evangelio sea diferente entre grupos, ni excluye escuchar y aprender de la Iglesia universal. Padilla es claro en ambos aspectos.

Esto no quiere decir que el mensaje del evangelio deba ser una cosa aquí y otra allá. Este ha sido dado “de una vez por todas”, y su proclamación es fiel en la medida en que manifieste la permanencia de la información revelada, ya sea aquí o allá. Tampoco sugiero que sea necesaria una “teología indígena” caracterizada por el folclore local y completamente condicionada por la situación histórica. Mucho menos buscamos una teología que, en un esfuerzo por “contextualizar” el evangelio, ignore con arrogancia los resultados de largos años de trabajo en el campo de la investigación bíblica llevada a cabo por teólogos de Europa o América del Norte.

Padilla y los otros teólogos latinos que hemos citado nos animan a aprender de la Iglesia universal pero también de otras fuentes para determinar la “relevancia contextual particular que la revelación bíblica tiene para nuestra cultura, la relación entre el evangelio y los problemas que la iglesia enfrenta en nuestra sociedad."

Algunos replicarán que hacer énfasis en contextualizar el evangelio y la Biblia a las culturas y situaciones actuales y concretas producirá sincretismo —una aceptación de algo que es la mezcla de cristianismo puro y una cultura contaminada. A este argumento, Padilla ofrece esta respuesta. "Cuando no existe una reflexión consciente sobre cómo obedecer al Señorío de Jesucristo en una situación determinada, la conducta puede ser fácilmente determinada por la cultura y no por el evangelio". La armonía entre las reflexiones de Padilla, Isasi-Díaz y González es sorprendente.

Una palabra final

Los teólogos latinos me han enseñado que todos amamos, seguimos y aprendemos sobre el enculturado Hijo de Dios, desde un contexto particular. Me enseñaron la necesidad de estar consciente de mí mismo en mi interpretación y teología esforzándome por contextualizar el evangelio y el testimonio bíblico a mi ubicación social y la de mi comunidad eclesiástica. Me enseñaron que debo hacer este trabajo en comunidad y que tiene razón C. René Padilla: “La contextualización del evangelio sólo puede ser un regalo de gracia otorgado por Dios a una iglesia que busca poner la totalidad de su vida bajo el Señorío de Cristo en su situación histórica”.

DOCTOR NATHAN LUIS CARTAGENA

Hijo de la unión del sur de E.E.U.U (por su madre) y Puerto Rico (por su padre), el doctor Cartagena es un profesor asistente de filosofía en Wheaton College (en Illinois). Allí, enseña clases sobre raza, justicia y filosofía política, y es parte del centro de estudios del cristianismo primitivo en Wheaton. Sirve al grupo estudiantil “Unidad Cristiana” como profesor consejero. La función de este grupo es fomentar la unidad entre cristianos y celebrar las culturas latinas. También es parte del equipo académico de World Outspoken y es uno de los presentadores de nuestro Podcast “From the Underside”. Actualmente está escribiendo un libro sobre teoría racial crítica con IVP Academic.

Traductor (Oscar Garcia): Ministro ordenado y trabajador internacional de la Alianza Cristiana y Misionera. Vive en PR con su esposa Charlotte y sus hijas Sofía y Sara.

Editora (Roselyn Vasquez)


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Demasiado o no lo suficiente

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“La distancia entre una persona y otra, realmente, es una historia.”
— - Karen Figueroa, The Mestizo Podcast, Ep. 2

No recuerdo exactamente lo que fue, pero lo que sea que dije impresionó mucho a este hombre. Me volvió a preguntar —¿Dónde aprendiste eso?

—No sé, —le respondí—. Es algo que siempre decimos allá en casa.

—No había escuchado eso desde que mi abuela falleció hace años, —dijo él, hablando más con sí mismo que conmigo. Fue como si él estuviera reviviendo un recuerdo; algo que lo transportó a algún otro lugar, y a mí también.

Este hombre era un anciano de la iglesia a la que recién me había unido en Chicago, un puertorriqueño que había vivido casi toda su vida en esta ciudad. Yo acababa de llegar a Chicago, había regresado al Noroeste de USA después de vivir en Florida central por una década. Esa frase que le dije lo llevó directo de la ciudad a la Isla, pero las palabras no tuvieron suficiente fuerza como para hacer el viaje juntos; yo casi iba con él, pero no logré aterrizar en la Isla. Llegué cerca, pero no lo suficiente.

La ironía de esta interacción es que de alguna manera logró que este anciano se encariñara conmigo. Esa frase logró que me convirtiera en uno de los suyos, alguien que entendía la lengua antigua. Se convirtió en tradición que él me invitara a su casa los domingos a comer la comida que su esposa cocinaba a lo antiguo. Arroz con gandules, carne guisada con arroz y habichuelas, esos platillos que estaba acostumbrado a comer en mi casa desde niño. A lo que no estaba acostumbrado era a lo impresionado que estaba este anciano conmigo. Aparentemente, él estaba muy sorprendido de conocer a un joven que aún comiera estos platos que para mí eran cotidianos. Yo no estaba para nada acostumbrado a que me trataran como a un puertorriqueño “auténtico”, sin embargo, ahí estaba yo cada domingo, siendo celebrado por este hombre y su esposa, por algo tan simple como disfrutar unos tostones.

En Chicago, con este anciano, yo me sentía celebrado por ser “más auténtico” que la mayoría de los otros puertorriqueños de mi generación. Para mi vergüenza, debo admitir que yo me deleitaba muchísimo en su admiración. En Florida se estima que el 34% de la población en el condado de Osceola se identifica como puertorriqueña y una gran parte de estos residentes son personas recién llegadas de la Isla. Para ese contexto, yo no era suficientemente “auténtico”, mi español, en comparación, sonaba “aprendido”, mi gusto por la comida puertorriqueña tradicional era refinado, pero a mi ritmo, mi flow, le faltaba algo, no era del todo natural. Pero en Chicago, me convertí en lo que los boricuas de Florida eran para mí, “auténticos”, o al menos ante los ojos de este anciano, yo me acercaba lo suficiente a esa autenticidad.

DISTANCIA Y DINÁMICA

El Podcast Mestizo es un proyecto que comencé a pesar del riesgo emocional que suponía. Me ponía muy nervioso publicar contenido desde una perspectiva exclusivamente latina y me preocupaba como lo recibiría la audiencia. Me preocupaba que mis colegas blancos del círculo académico evangélico se fueran a cerrar al tema por causa del contenido, pero aún más me angustiaba como mis colegas latinos lo percibirían. ¿Sería posible que lo recibieran como una respuesta a sus oraciones? Esa era mi esperanza, ya que yo mismo oraba continuamente por un espacio que me permitiera canalizar conversaciones sobre identidades mixtas. Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado que quienes comienzan estas conversaciones terminan siendo evaluados, comparados con las percepciones de cada receptor. Algunos considerarán que soy muy hispano para ser relevante, mientras que otros considerarán que no soy lo suficientemente hispano. Algunos pensarán que soy muy blanco, muy “americano”, de afuera, seré exiliado por unos y rechazado por los otros.

En el segundo episodio del podcast Karen Figueroa dijo “la distancia entre una persona y otra realmente es una historia”. Unas semanas después meditaba preguntándome ¿cuánta distancia puede abarcar una historia? ¿Puede en verdad una historia conectar a dos generaciones de puertorriqueños? ¿Puede una historia ser el puente entre Florida y Puerto Rico? En mi experiencia, tu proximidad con la Isla es lo que definía que tan puertorriqueño es una persona; ¿Qué tan seguido visitabas la Isla de niño? ¿Viviste allí en algún momento? ¿Naciste allá? ¿Hablas español? Y si lo hablas, ¿qué tal es tu acento? Estas preguntas representaban la hermenéutica con la que se decidía la puertorriqueñidad de alguien, pero Karen me hizo preguntarme, ¿será posible que una historia relativice a la Isla? ¿puede una narrativa ganarle a la tierra de la misma manera que, en el juego, el papel cubre a la piedra?

Una conversación que tuve con una amiga me hizo reflexionar aún más sobre estas preguntas. Después de bromear diciendo que la frase “sin pelos en la lengua” no tenía ningún sentido para mí, mi amiga y yo estuvimos debatiendo la imagen y el origen de esa frase. Ella me recordaba que ese tipo de expresiones se crean en los barrios de la isla por gente con mucha oralidad. Ella finalizó la conversación diciendo que no se suponen que esos dichos sean convenientes para los gringos, o para una generación que no está conectada a ese contexto. Debo admitir que, para ella, una puertorriqueña nacida en la Isla, la broma puede haber sido un poco ofensiva; pero nuestra conversación me hizo sentir percibido como un extraño, alguien de afuera, que se estaba burlando de algo que no podía comprender. Me sentí percibido como alguien que no tiene la conexión necesaria para entender. Puede que ese haya sido el caso, como también puede que sea otra cosa. ¿En que se basa mi conexión? ¿En mi distancia física con respecto a la Isla o es posible que sea algo más lo que me conecta?

CULTURAS ORALES Y EXILIADOS

En su libro ganador del premio Nobel, titulado “El Hablador”, Mario Vargas Llosa, nos cuenta la historia de un joven llamado Saul, que abandona la sociedad peruana para convertirse en un “hablador” de la tribu Machiguenga. Los Machiguenga, en vez de vivir todos juntos como una comunidad unificada, viven en campamentos familiares regados por toda la amazonia peruana. Esta forma inusual de vida dispersa, los Machiguenga afirman que toda selva es de ellos, cada familia se apropia de una parte diferente de la selva y se van moviendo y cambiando de lugar de acuerdo con sus necesidades alimenticias. Solo una persona podía viajar de familia en familia manteniéndolos unidos, “el hablador”.

Para los Machiguenga, este narrador ambulante es sagrado, definitivamente una figura de importancia religiosa. El trabajo del hablador es bastante simple: hablar. “sus bocas eran los vínculos aglutinantes de esa sociedad a la que la lucha por la supervivencia había obligado a resquebrajarse y desperdigarse a los cuatro vientos. Gracias a los habladores, los padres sabían de los hijos, los hermanos de las hermanas, y gracias a ellos se enteraban de las muertes, nacimientos y demás sucesos de la tribu.” El hablador no solo traía las noticias recientes, también contaba las historias del pasado. Él cargaba la memoria de la comunidad, cumpliendo la función similar a la de los trovadores en la edad media. El hablador viajaba distancias larguísimas para recordarle a cada miembro de la tribu que, a pesar de estar separados por millas, igual todos son parte de una comunidad, de tradiciones, creencias, ancestros, tragedias y alegrías compartidas. Los habladores, según escribe Vargas Llosa, eran la sangre vital que circulaba a través de la sociedad de los Machiguenga, llenándolos de una vida interdependiente e interconectada.

El hablador Machiguenga es “una prueba palpable de que contar historias puede ser algo más que una mera diversión. Algo primordial, algo de lo que depende la existencia misma de un pueblo”

El libro de Vargas Llosa resalta la importancia de las historias para las personas exiliadas de una población. Lo que hace que los Machiguenga sean uno no es su cercanía con respecto a un centro o lugar de origen. No hay un peregrinaje obligatorio para que los Machiguenga afirmen su identidad. Las historias y su inmersión continua en ellas es lo que hace que cada miembro, incluso aquellos que nacieron fuera de los límites de la selva, se sienta parte de la misma tribu. Para personas como yo esto tiene sentido y me ayuda a explicar mi identidad. Sí, como mi amiga correctamente señaló, las frases puertorriqueñas se originan de una cultura oral, pero muchos de los puertorriqueños nacidos en USA entendemos esto mucho más de lo que otros creen. Nosotros sabemos que nuestra identidad boricua está arraigada en esta tradición oral, no somos puertorriqueños solo por haber nacido o no en la Isla. Nuestra identidad se basa en algo más complejo, se basa en nuestra conexión viva con esta tradición oral, las historias, bombas, dichos, bailes, poesías e incluso frases como la que usé para bromear al principio. Como el pueblo de Israel en el antiguo testamento, somos un pueblo porque compartimos una historia.

RESPONSABILIDAD GENERACIONAL

Muchos de mis amigos en Chicago que se identifican como puertorriqueños no hablan español, y por mucho tiempo yo me daba aires de superioridad porque yo si lo hablo. Esto es muy común entre latinos de segunda o tercera generación, juzgan y son juzgados. Aquellos que se consideran en un mayor nivel de puertorriqueñidad, por lo general, asumen el papel de vigilantes, de guardas negándole el derecho de reclamar ciertas partes de la identidad puertorriqueña a aquellos que según ellos caen en un nivel más bajo de autenticidad. Hay muchas historias sobre el dolor causado por este tipo de conflictos dentro de la misma comunidad. Aquí mencionaré solo dos ejemplos de cómo se sienten los latinos que no hablan español:

“Quisiera reconocer a mi gente latina que está luchando cada día por aprender español, mientras que una comunidad entera les critica el acento y les dice que no son lo “suficientemente latinos”. SI. ERES. SUFICIENTE. ¡Sigan luchando! Yo también estoy aprendiendo, pero para mi propia satisfacción, no para ganarme la aceptación de nadie. ¡Soy latina! Punto.”
— Tweet de Jessica Marie García @JessMarieGarcia:
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“Mi vida entera he tenido que luchar con mi identidad. Recuerdo la primera vez que alguien me hizo sentir vergüenza por hablar español, y la primera vez que un familiar me dijo que yo era demasiado “gringa”. Ser considerada demasiado morena o demasiado blanca. Tener que ser una persona en mi casa y otra persona para el mundo exterior. Recuerdo la primera vez que leí las palabras de Gloria Anzaldúa “ni de aquí, ni de allá” y me sentí comprendida, pero aún no del todo. Pero hoy logré un sentimiento de pertenencia, todo por un tweet de @lachicamayra, basado en otro tweet de @YadiraSanchezPL. Me sentí conectada a la hermandad ¡Gracias! Me alegra estar en un punto en mi vida en el que me siento orgullosa de mi complejidad, mi cultura, y de ocupar el lugar que me corresponde en la diáspora latina. No me malentiendan, aún estoy en este proceso, pero ya no me vale la pena dejar que la duda me consuma. Porque soy poderosa y mi gente me necesita en la lucha”.
— Tweet de Chris Melody Fields @Fieldsy

Estos dos tweets reflejan la pelea interna entre gente latina basada en juicios sobre lo que significa ser latino. Existe una multitud de razones por las que este tipo de conflictos continúan, y algunas razones son legítimas y valen la pena discutirlas; el colorismo en nuestra comunidad es uno de los principales temas que deberíamos disputar. Sin embargo, también existen muchísimas razones por las cuales la habilidad lingüística no debería ser usada en contra de los hijos de la diáspora. Como lo dijo Gina Rodríguez, la actriz principal de Jane the Virgen, muchos padres se negaron a enseñarle español a sus hijos, con la esperanza de que perdieran el acento y pudieran obtener mejores oportunidades en el “mundo blanco”. Aprender español no era una opción, era algo que muchos padres desaprobaban.

Me compadezco de esos padres que tuvieron que tomar esa difícil decisión con la esperanza de brindarle a sus hijos una mejor vida. Ellos no tenían la capacidad de predecir que la comunidad hispana iba a florecer y ganar tanta influencia como la tiene hoy en día. Por supuesto, esta es una de las muchas posibles causas de la pérdida del lenguaje y la cultura. No intento acusar a los padres o culparlos por esta pérdida, ya que, en gran parte, la comunidad tiene un gran efecto en la habilidad de cada individuo para acceder a sus recursos culturales. Si la generación de inmigrantes cometió el error de no heredarle el idioma a sus hijos, la comunidad todavía tendría suficiente tiempo y recursos como para restaurar esta pérdida. Una vez más, podemos aprender una valiosa lección de los Machiguenga: la cultura sobrevive gracias al trabajo de los habladores y no de los guardias de la identidad. De ahora en adelante, necesitamos una nueva estrategia de restauración y preservación de la riqueza de la comunidad latina, una estrategia que remueva la crítica y que incluya la diversidad de los hijos de la diáspora. Necesitamos más habladores y menos guardas.

GALATAS Y LOS PRIMEROS GUARDAS

Como lo mencioné antes, los guardas son aquellos que “se dan a la tarea de decidir quienes tienen o no acceso o derecho a pertenecer a una comunidad o identidad”. Puede que los guardas hagan esto intencionalmente o por instinto (como un impulso que su propia cultura les enseña). Yo mismo actué como guarda en mi arrogancia por hablar español. Así sea con la intención de mantener la cultura “pura” o el instinto de establecer un estándar, los guardas “devalúan la opinión de otros sobre alguna cosa alegando que no tienen derecho a opinar porque no califican, o no pertenecen a cierto grupo”.

Uno de los primeros ejemplos de estos guardas culturales se encuentra en la Biblia en la carta a los Gálatas. El conflicto que inspiró a Pablo al escribir esta carta fue la llegada de creyentes judíos a la región de Galacia; estos recién llegados afirmaban que los cristianos no judíos debían adoptar las prácticas judías para poder pertenecer realmente al pueblo de Dios. Pablo escribió con pasión, recordándole a la iglesia su pasado, como seguidor ferviente de la tradición judía. Pablo escribe: “y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres” (Gal. 1:14, RVR60). Tal como la evaluación generacional que ocurre en la población latina de hoy, Pablo se consideraba de muy alto nivel en su evaluación como el más judío entre los judíos, pero aun así él relativizaba la ley judía recordándole a la iglesia que el elemento esencial que los identifica como cristianos es el evangelio.

Pablo es un “hablador.” Él conoce todas las historias y se concentra en la que conecta a estos dos grupos y los unifica. Pablo reconoce la sabiduría de la Ley, pero enfatiza el hecho de que la Ley no es suficiente; solo poner nuestra fe en Jesucristo puede hacernos hijos e hijas de Dios. “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal. 3:28, RVR60). Las buenas noticias de la muerte y resurrección de Jesús dan origen a una iglesia mestiza. También establece una nueva forma de relacionarse entre mestizos “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros (Gal. 5:25-26, RVR60).”

El evangelio es una historia única ya que tiene el poder de formar a una comunidad con grupos de personas totalmente diferentes, prácticamente enemigos. El argumento de Pablo también es beneficioso para personas del mismo grupo. Los puertorriqueños de la diáspora entienden la importancia de contar historias, puede que no entendamos cada una de las tradiciones o puede que no practiquemos cada una de las costumbres, los “habladores” como Pablo nos ayudan a mantenernos en contacto con esas tradiciones. Los “habladores” también nos ayudan a desarrollar la historia de la comunidad, añadiéndole la experiencia de la diáspora. Entre los latinos jóvenes nacidos en USA hay algunos que se han dedicado a conservar nuestra historia, investigando nuestros bailes, y escribiendo poesía nueva. Ellos representan un conjunto de nuevos “habladores”, narradores que le dan nueva vida a las generaciones anteriores, demostrando que nuestra cultura no está muriendo. La cercanía entre la cultura y la diáspora es real, y no por una proximidad física en relación con la Isla, sino por la práctica de sus historias.

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EMANUEL PADILLA

Emanuel Padilla es el presidente de World Outspoken, un ministerio dedicado a preparar a la iglesia mestiza para enfrentar cambios culturales a través de entrenamiento, contenido, y el desarrollo de conexiones. Emanuel también enseñó Biblia y Teología en el Instituto Bíblico Moody y es una persona comprometida a la extracción de la sabiduría de la iglesia latina para en beneficio y bendición del todo el cuerpo eclesiástico en general. A su vez, Emanuel aconseja a las iglesias en aspectos relacionados con diversidad, cultura organizacional, e interacción de la comunidad.

Reconstrucción

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“Ya que crecí siendo el hijo de un pastor indocumentado en el Noroeste de USA, mi experiencia fue muy diferente a la de aquellos que me rodeaban. Quería creer que lo que mi familia y mi iglesia me enseñaron era la verdad, pero poco a poco me fui alejando de mis creencias como resultado del testimonio que recibí por parte de los miembros de la iglesia anglosajona. Aún hoy en día esos mismos protestantes se refieren a nosotros como “espaldas mojadas (wet backs), frijoleros, bananeros y spics”. Esto hace que me encuentre en conflicto con mi propia identidad.”

Un estudiante me entregó esa nota el año pasado, y me rompió el corazón. Yo y muchos otros, podemos identificarnos con este conflicto de identidad sobre todo en este momento histórico, cuando el racismo y el nacionalismo blanco se han vinculado, tan descaradamente, con la iglesia en los Estados Unidos. Es muy doloroso encontrarse en esa posición, y es justamente este conflicto de identidad que ha impulsado a millones de nosotros a adentrarnos en una travesía de deconstrucción y reconstrucción espiritual. Por lo que he observado, las redes sociales y las bibliotecas metafóricas están repletas de ideas, buenas y malas, explicando cómo deconstruir. Sin embargo, casi no existe nada que nos ayude a reconstruir, de manera saludable. Siendo un poco atrevido, me gustaría proponer cinco ideas que me han ayudado, durante las últimas dos décadas, en mi travesía personal de reconstrucción cristiana.

LAMENTO

Mi esposa Erica, oportunamente, define el lamento como “honestidad en el sufrimiento”. En el camino hacia la reconstrucción saludable, el primer paso es ser completamente honestos con Dios. Habla con Dios y con tus amigos. Desahógate. Escríbelo en un diario. Grita si lo necesitas. Dios puede con todo eso. No retengas nada. Tus razonamientos no tienen que ser perfectos, y no debes tener tu teología completamente articulada. Jesús entiende. Los Salmos son un excelente ejemplo, de hecho el 40% de los Salmos son reflexiones de lamentos. El Salmo 22 es probablemente el más famoso: 

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

¿Por qué estás tan lejos de mi salvación,

y de las palabras de mi clamor?

Dios mío, clamo de día, y no respondes;

Y de noche, y no hay para mí reposo.

Salmo 22:1-2 (RVR60)

MODELOS SALUDABLES

Tal como lo declaró el escritor de Eclesiastés “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.” (Eclesiastés 1:9). En este momento tan difícil es muy común sentirnos solos y pensar que estamos luchando sin ayuda. Pero si buscamos con más cuidado, nos daremos cuenta de que no estamos solos, porque la iglesia morena* ha estado deconstruyendo y reconstruyendo la fe en medio de injusticias raciales por quinientos años. Guamán Poma de Ayala, Sor Juana Inés de la Cruz, Bartolomé de las Casas, César Chávez, Dolores Huerta, Justo González, Orlando Costas, Elizabeth Conde-Frazier, Alexia Salvatierra, René Padilla y Samuel Escobar, son solo algunos ejemplos de personas que han atravesado este camino delante de nosotros, y cuyas vidas y escritos podemos estudiar para encontrar modelos saludables de reconstrucción. ( *«N. del T.» Léase Nota del Traductor)

LA BIBLIA VS. “LA ROPA ANGLOSAJONA”

Como parte del proceso de deconstrucción la iglesia morena* siempre ha tenido que diferenciar entre lo que realmente dice la Biblia y las interpretaciones racistas de los colonizadores. El poder siempre va a tratar de justificarse a través de la teología y la religión civil. Una y otra vez, a través de los siglos, teólogos morenos* han tenido que levantarse y decir: “¡No, la Biblia no enseña eso! Sólo estás tratando de justificar tu avaricia. Estás violando 2000 versículos de las Sagradas Escrituras, que hablan del corazón de Dios hacia los inmigrantes, de su amor y compasión hacia los pobres y todas las personas marginalizadas.”

Los “evangélicos radicales” René Padilla y Samuel Escobar lo explican de esta manera: Tenemos que aprender a diferenciar entre lo que la Biblia realmente enseña y la “ropa anglosajona”, es decir, esa vestimenta cultural con la que intentan cubrir el evangelio y que ha sido exportada hacia Latinoamérica y en la iglesia latina en USA.[1] ¿Cómo podemos diferenciarlo ¡Conociendo la Biblia mejor que cualquier otra persona!

Me gustaría ofrecer una advertencia desde el otro lado también, como profesor de estudios étnicos en la UCLA por quince años y un organizador comunitario, debo decir que hay grandes enseñanzas que podemos adoptar tanto de los estudios étnicos como del activismo secular; pero necesitamos discernimiento bíblico para poder filtrar lo que es beneficioso y lo que podría ser, a fin de cuentas, muy dañino. Querer simplemente reemplazar “la ropa anglosajona” con principios del activismo secular nos llevará por un camino que no asemeja al reino de Dios sino a un reino que se asemeje a nosotros mismos.

RECONSTRUYENDO A JESÚS DE GALILEA Y EL EVANGELIO INTEGRAL

Como parte del proceso de sanación, la iglesia morena* también ha tenido que descolonizar su Cristología y reconstruir un evangelio de cuerpo completo, integral. Tal como los teólogos latinos, como Virgilio Elizondo y Orlando Costas nos han enseñado, Jesús era un galileo. Galilea estaba muy lejos de ser el centro de poder religioso, político, o económico en Jerusalén. Los galileos como Jesús eran individuos pobres, bilingües, y hablaban con un acento marcado. Eran personas oprimidas tanto por los colonizadores romanos, como también por los privilegiados de su propia gente. Eran marginados por ser considerados de “razas mixtas” o mestizos, y ponían constantemente su pureza cultural y religiosa en tela de juicio. Galilea era el vecindario pobre, o la barriada en los días de Jesús, y nuestro Señor era de Galilea. Dicho de otra manera, Jesús era moreno.

Como un galileo marginalizado, Jesús entiende el sufrimiento de la comunidad latina en el presente. Las buenas nuevas es que él vino como Señor y Salvador para hacer de nosotros y del mundo una nueva creación, donde nada ni nadie se queda por fuera. Jesús nos transforma individualmente para ser más y más como él, para luego enviarnos como agentes de transformación contra la destrucción y la injusticia en nuestro mundo. Esto es lo que René Padilla y Samuel Escobar llaman misión integral: “la misión de toda la iglesia hacia toda la humanidad, en todas sus formas, personal, comunal, social, económica, ecológica, y políticamente.”[2]

PRÁCTICAS ESPIRITUALES 

En mi experiencia, una transformación personal en Cristo y la sanación de las heridas coloniales[3], ocurren como resultado de implementar algunas prácticas específicas. En mi caso, las prácticas más importantes han sido la lectura de las Escrituras, terapia, dirección espiritual y estar involucrado en una comunidad intergeneracional. 

Puede que suene muy anticuado pero, para mí, leer toda la Biblia una vez al año es la práctica espiritual más vital, me sustenta. Ya lo he hecho 19 veces, y mientras más la leo, más encuentro sanidad y esperanza; y más me doy cuenta de que tengo mucho que aprender. Como dice la Doctora Elizabeth Conde-Frazier, es dentro de la Biblia donde podemos encontrar esperanza y sabiduría para afrontar las realidades duras de la vida, y es en las Escrituras donde encontramos al Dios viviente que nos trae liberación.[4]

También la terapia y consejería han sido indispensables para mí. En lo profundo de mi alma llevo las cicatrices y heridas abiertas ocasionadas por el machismo, y he asistido a terapia por dos décadas para poder entenderme mejor y poder liberarme de los ciclos de destrucción emocional. 

La dirección espiritual es otra práctica clave que me ha ayudado a reconstruir mi fe y sanar de los efectos del racismo en la iglesia. Según David Hoover: “La tarea del director espiritual es honrar las preguntas que no tienen derecho de ser resueltas” y Erica me ha mostrado que “Dios está siempre presente, amando y trabajando en nuestras vidas, pero a veces es difícil escuchar solos, por nuestra cuenta. Un director espiritual, o acompañante, nos puede ayudar a sentir y conectarnos con el Director Verdadero, que es Dios.”

Por último, es muy común en círculos activistas de hoy en día, escuchar decir que debemos poner atención a la sabiduría de nuestros ancestros, y yo no podría estar aún más de acuerdo. Los cristianos latinos tenemos mucho que aprender de los 500 años de tradición de la iglesia morena* en el área de la justicia. Esta tradición de nuestros ancestros representa una fuente invaluable de riqueza cultural comunal dada por Dios, un tesoro esencial en nuestro proceso de reconstrucción. Pero esta riqueza cultural comunal no se encuentra en los libros, por diseño divino, se encuentra depositada en la comunidad intergeneracional de la iglesia local y global:

“Cuando hablamos de la iglesia, debemos definir mejor esa palabra. Nos referimos a toda la iglesia, completa; la iglesia como cuerpo ecuménico, regada por todo el mundo y no solamente a su forma delimitada por la feligresía de una comunidad local... Esa iglesia es un agente de la presencia de Dios en la tierra, y como tal es muy poderosa. Es una fuerza moral y espiritual muy poderosa que no puede ser ignorada por ningún movimiento.” César Chavez [5]

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DR. ROBERT CHAO ROMERO

Rev. Dr. Robert Chao Romero es asiático latino, y profesor de Estudios Chicanos y Estudios Asiático-americanos en la UCLA desde 2005. Obtuvo su PhD. en Historia Latinoamericana en la UCLA y su Juris Doctor en U.C. Berkeley. Romero es un escritor galardonado, con 15 libros y artículos académicos publicados sobre asuntos de raza, inmigración, historia, educación y religión. Además de ser abogado y profesor, Robert es un pastor ordenado y en conjunto con su esposa Erica es el cofundador de Jesus 4 Revolutionaries, un ministerio cristiano para activistas; también es miembro de la junta del Matthew 25 Movement en el Sur de California.


Nota del Autor: para más información sobre el lamento visita Soul Care with Erica.

Nota del Traductor («N. del T.»): Iglesia Morena (en inglés Brown Church) es un término utilizado por Robert Chao Romero para describir una comunidad eclesiástica de latinos (católicos y protestantes) que, en el nombre de Jesús y basados en las Sagradas Escrituras Cristianas, han luchado y continúan luchando en contra de injusticias raciales y sociales en Latinoamérica y en USA. La Iglesia Morena abarca diversas categorías éticas, históricas, teológicas, espirituales, y sociopolíticas. La sociedad en USA está dividida mayormente entre dos polos opuestos “ser negros” y “ser blancos”, aquellos que se encuentran en el medio y no pertenecen exclusivamente a ninguna de esas dos categorías, son considerados “marrones”. La palabra “marrón” es utilizada, históricamente, para describir tanto a los latinos como a personas de otras raíces culturales y étnicas en USA, no porque sea, necesariamente algo literal relacionado al color de piel de las personas morenas; más que eso, él término es visto como una posición social y racial en este contexto. Pero, como bien sabemos, los latinos somos mestizos, y por lo tanto tenemos mucha diversidad étnica y variados tonos de piel. En el concepto de la iglesia morena están incluidas todas estas personas mixtas que pertenecen y participan de la herencia y la vida de la iglesia de los oprimidos.

CITAS

[1] Ruth Irene Padilla DeBorst, “Integral Mission Formation in Abya Yala (Latin America): A Study of the Centro de Estudios Teológicos Interdisciplinarios (1982-2002) and Radical Evangélicos” (PhD diss., Boston University, 2016), 45; Robert Chao Romero, Brown Church: Five Centuries of Latina/o Social Justice, Theology, and Identity (Downers Grove: IVP Academic, 2020), 156.

[2] Tetsunao Yamamori and C. René Padilla, eds., The Local Church, Agent of Transformation: An Ecclesiology for Integral Mission (Buenos Aires: Kairos Ediciones, 2004), 9.

[3] Oscar García-Johnson, Spirit Outside the Gate: Decolonial Pneumatologies of the American Global South (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2019), 3-4. 

[4] Loida I. Martell-Otero, Zaida Maldonado-Pérez, and Elizabeth Conde-Frazier, Latina Evangélicas: A Theological Survey from the Margins (Eugene, OR: Cascade Books, 2013), 35,36.

[5] Romero, Brown Church, 137.

Cuida tu testimonio: Teología pública de arrepentimiento

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Cuando era niño mi madre siempre me decía “Cuida tu testimonio,” así me estuviera dejando en

la escuela o en la casa de un amigo, este dicho servía para recordarme que siempre debía

portarme bien. Con el paso de los años ese dicho se ha convertido en una guía para mi vida; y mi

interpretación de este se ha vuelto aún más profunda. A pesar de que cuando era niño solo

significaba que no debía hacer nada de lo cual ni yo ni mis padres pudieran avergonzarse, hoy en

día simboliza vivir una vida digna de mi Dios. Mi testimonio simboliza mi andar cristiano,

evidencia el trabajo sobrenatural que Jesús ha hecho en mi vida, y es una de las herramientas de

evangelización más poderosas frente a un mundo herido que necesita un Salvador. Mi testimonio

es una manifestación de la imagen de Dios en mí, es mi intento de vivir como representante real

de mi Rey de este lado de la eternidad.

También he llegado a creer que, a pesar de que es un fundamento que se aplica en la vida de

individuos, también se puede aplicar a grupos, como por ejemplo negocios, organizaciones o

incluso instituciones religiosas. Cuando un individuo o institución no se rige por el principio de

“Cuida tu testimonio” se desvirtúa la integridad de su testimonio, y usualmente pierde su

legitimidad. Considero que esta es la crisis de la iglesia evangélica, que ha resultado en la

pérdida de credibilidad de la declaración profética de la Iglesia en la esfera pública hoy en día.

Ed Stetzer hace la observación de que “tentados por el poder y atrapados en una cultura de

guerra, muchos evangélicos han atado su destino a un hombre que no representa ni su fe ni su

visión de carácter político. Como resultado estamos presenciando como la iglesia evangélica está

bajo escrutinio.”[1]

Mi madre también solía decir “dime con quién andas y te diré quién eres.” El apóstol Pablo le

advirtió de manera similar, a la iglesia de Corinto “No se dejen engañar: «las malas compañías

corrompen las buenas costumbres»” [2]. La iglesia evangélica ha perdido el corazón de su

gente, en el desesperado intento de obtener poder, influencia, y control a través de la democracia

de US, y a la vez ha corrompido su testimonio público. A pesar de que no todos los evangélicos

se han involucrado en estas actividades, todos, colectivamente, llevamos el nombre y las

consecuencias junto con aquellos que si han participado. ¿Cómo podría la iglesia evangélica

rescatar su credibilidad para convertirse, una vez más, en el agente de cambio en la consciencia

americana y en la esfera pública? Creo que la respuesta se encuentra en una teología publica de

arrepentimiento.

La realidad que debemos afrontar al decir “cuida tu testimonio” es que a pesar de que siempre

busquemos honrar a Dios con nuestras vidas, muchas veces fallamos y no logramos alcanzar el

llamado que Dios tiene para nosotros. De igual manera, así como cada individuo peca de vez en

cuando, las instituciones religiosas también, al estar conformadas por individuos, pueden fallar.

Por eso mi iglesia pentecostal me enseñó que el altar de la iglesia siempre está disponible para

cualquier persona que esté dispuesta a arrepentirse de sus pecados y que Jesús los espera en ese

lugar sagrado para renovarles y restaurarles una vez más. La seguridad de nuestro testimonio se

encuentra en nuestra deficiencia y no en nuestra perfección.

La decisión de cada individuo de arrepentirse de sus pecados es un elemento central del mensaje

del evangelio, es un paso necesario hacia la transformación del corazón humano. Esta decisión,

de forma colectiva, sirve como el inicio del proceso de cambio sistemático e institucional, lo que

puede entenderse teológicamente como un tipo de “santificación social”. La adopción, por parte

de la iglesia evangélica, de una teología de arrepentimiento tiene el potencial de restaurar la

integridad del testimonio público, ya que estaría demostrando vivir en concordancia con el

mensaje que proclama: “El reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas

nuevas!” [3]

Me imagino que algunos cristianos no estarán muy convencidos de que reconocer sus pecados,

con una actitud de humildad, no sea algo contraproducente para el testimonio de la iglesia

evangélica en el mundo; ya que se supone que la iglesia debe reflejar el reino de Dios,

diferenciándose del mundo, siendo santificada. Por esto, algunos pensarán que admitir cualquier

tipo de falta mancharía su carácter, pero estoy convencido de que no hay acto más cristiano que

el arrepentirse, ya sea individual o colectivamente. De hecho, la mayoría de la Biblia habla de un

Dios amoroso que incansablemente invita a un pueblo rebelde a arrepentirse de sus caminos

pecaminosos. Además, si la iglesia no es el modelo del mensaje central del reino de Dios en este

mundo ¿cómo podemos esperar que el mundo aprenda lo que significa arrepentirse de sus

pecados y creer en Jesucristo?

Por lo tanto, la respuesta más cristiana que la iglesia evangélica puede practicar para cuidar su

testimonio y la credibilidad del mensaje del evangelio que proclama, es el arrepentimiento. La

iglesia evangélica debe arrepentirse por haber puesto su esperanza en un falso mesías y en

partidos políticos, por ignorar y reprimir el llanto de las comunidades de las minorías negras y

morenas, y por acompañar a la supremacía blanca y apoyar a sus líderes, como se demostró en la

insurrección en contra del Capitolio. Al acoger una teología pública de arrepentimiento, la iglesia

evangélica tendrá la oportunidad de demostrarle al mundo lo que significa arrepentirse de

pecados, e incluso podrá enseñarle al mundo como reconocer y lidiar con sus propios males

históricos a través del mensaje de Cristo “Arrepiéntanse y crean.” Al hacer eso, la iglesia

evangélica estaría creando espacio para que el Espíritu Santo renueve la credibilidad del mensaje

cristiano, restaure el testimonio de la iglesia evangélica y permita que el mensaje del evangelio

produzca una transformación espiritual y un cambio social.

El pueblo de Israel nos demostró esto directamente, ya que ellos sabían que su arrepentimiento

público traería una transformación social y espiritual en sus comunidades. Solamente los reyes

rectos y justos de Israel fueron lo suficientemente valientes para reconocer y responder

adecuadamente ante la condición pecaminosa de Israel, removiendo los lugares altos,

destruyendo los ídolos, limpiando el templo y reestableciendo su relación y pacto con Dios. A su

vez, esto resultó en la restauración de su comunidad y en bendiciones para su nación. El

arrepentimiento que se obtiene al purificarse de toda maldad, proclamar la fe a través de la

renovación del pacto y relación con Dios, en conjunto con el mensaje de Cristo de “arrepentirse

y creer” son características imperecederas de lo que significa ser una comunidad cristiana. Si la

iglesia evangélica recibe el llamado de “humillarse y orar, buscar el rostro del Señor y abandonar

su mala conducta” [4] es posible que ese sea el momento en que el mundo crea que el mensaje del

evangelio que la iglesia proclama sea realmente buenas noticias.

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DANIEL MONTAÑEZ

Daniel Montañez nació en Visalia, California. Su madre es mexicana y su padre es puertorriqueño. Actualmente estudia para obtener su doctorado en la Universidad de Boston en el área de Teología, Ética y Filosofía, a su vez, es instructor adjunto del programa de Ministerios Globales y Latinos en el Seminario Teológico Gordon-Conwell.

Es el fundador y director de Mygration Christian Conference, una organización sin fines de lucro que busca explorar el corazón de Dios a través de las historias sobre migración de la Biblia. Daniel también es el director nacional de la Iniciativa para Crisis Migratorias de la Iglesia de Dios, ministerio que se encarga de capacitar a los líderes de la iglesia con herramientas bíblicas, pastorales y ministeriales, para responder de forma positiva y proactiva ante la crisis que enfrentan nuestras comunidades de inmigrantes en los Estados Unidos. Daniel está comprometido con el servicio a la comunidad Latina en lo que respecta a la Iglesia, el mundo académico y la esfera pública.


CITAS

[1] Stetzer, Ed. “Evangelicals Face a Reckoning: Donald Trump and the Future of Our Faith.” USA Today. Gannett Satellite Information Network, January 11, 2021.

[2] 1 Cor 15:33 (NVI)

[3] Mark 1:15 (NVI)

[4] 2 Cr 7:14 (NVI; parafraseado)

Doble Castigo: Inmigración y La Anti-negritud

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¿Cómo podría explicar, adecuadamente, la compleja experiencia de los afrolatinos en una sociedad que nos considera una amenaza simplemente por causa de nuestra hermosa piel, rica en melanina? Experiencia, que a su vez, se ve amplificada por el conflicto que viven los afrodescendientes y los inmigrantes hispanohablantes, en los Estados Unidos.

Al decir “afrolatinos” no nos referimos a un bloque uniforme de personas; nuestras historias son muy diferentes y complejas - desde América del Sur hasta el Caribe, pasando por Estados Unidos y el resto del mundo. Sin embargo, una cosa nos une, nuestra rica ascendencia africana.

NUESTRAS RICAS RAÍCES DIASPÓRICAS

Mi familia es de Colombia, somos afrocolombianos. Mi papá es de Buenaventura y mi mamá es de Cali. Son universitarios, pastores, educadores, y mucho más. Mis padres, con más de 30 años de ministerio en Colombia y otras partes del mundo, así como el resto de mi familia, se han encargado de sumergirme en el hermoso mundo de la riqueza que representan mis raíces como parte de la diáspora africana en Colombia.

En nuestro vecindario en Colombia, mi familia se encargaba de organizar los “Sancochados”, celebraciones en las que siempre hay música, comida, bailes, y conversaciones. Sin embargo, lo más importante de estas reuniones es el sancocho; en medio de la calle, para ser visto por todos, dentro de una olla gigante. El sancocho es una sopa que mezcla la inspiración de nuestras raíces del oeste de África con el sabor indígena; un recordatorio de quienes somos y de dónde venimos.

Durante la trata transatlántica de esclavos, se le obligaba a las mujeres africanas esclavizadas en Colombia a preparar la mejor comida para sus amos, mientras que para ellas y sus familias solo quedaban las sobras y migajas. Lo que los amos no sabían era que estas mujeres africanas tomaban las “sobras” y las utilizaban para preparar la comida más deliciosa y nutritiva para ellas y sus familias.

Para estas mujeres africanas, secuestradas, traficadas, y deshumanizadas, el “sancocho” era un recordatorio de que la esclavitud no era su identidad sino una circunstancia. Reconociendo que, sin importar lo que un amo pudiera decir, ellos eran reinas y reyes negros. Por eso mi familia y yo, hoy nos damos un banquete.

NUESTRAS HERIDAS

Esa tradición formó mi identidad como un joven negro, nacido en Estados Unidos pero criado en parte en Colombia, teniendo que lidiar con el inglés como segunda lengua y con la dualidad de mi identidad. Cuando era niño, mi papá me contaba de la complejidad de las experiencias vividas por los afrocolombianos, tanto en Colombia como aquí en USA.

En Colombia, por ejemplo, nuestro primer presidente negro estuvo, por años, borrado de los libros de historia por el color de su piel y mi padre tiene muchas más historias personales de las injusticias que él y su familia, tuvieron que experimentar en Colombia. Cuando mi familia se mudó de Colombia a Estados Unidos, notamos inmediatamente el desprecio hacia los negros (y el odio internalizado que sufren los ciudadanos negros como consecuencia). Este no es un problema solamente en Colombia, pero también aquí en USA.

El dolor internalizado es el pan diario de la comunidad afrodescendiente y más específicamente, el padecimiento es parte fundamental de la afro-latinidad. El término afro-latinidad no es sólo una categoría racial, ni indica la falta de un término pan-étnico; es más bien, usado para nombrar una experiencia, enlodada por un pasado turbulento y mal representado, y con un camino muy difícil por delante.

NUESTRA CRISIS DE IDENTIDAD

Me crié en Estados Unidos, con una crisis de identidad; aquí nos enseñan a separar a las comunidades, colocándolas en bloques homogéneos, robándole a cada individuo la variada y rica identidad cultural de sus ancestros. En mi caso, yo no era lo suficientemente “negro” para ser considerado negro; a pesar de que mi piel es oscura, la comunidad afroamericana no me acogió porque su cultura no es la misma con la que yo crecí. Tampoco era considerado suficientemente “latino” para ser latino, a pesar de que soy colombiano, sólo porque no me veía como los actores de piel más clara, o blanca que se ven en Telemundo. Por alguna razón, ser negro o ser latino se convirtieron en dos polos opuestos, no podía ser ambos; así que me preguntaba ¿quién o “qué” era yo?

El hecho de que los afrolatinos no encajan dentro de la definición impuesta por la sociedad occidental, de lo que significa ser “negro” no quiere decir que no seamos negros. Así como que el hecho de que los afrolatinos no encajan dentro de lo que la sociedad occidental define como “latinidad”, no quiere decir que no seamos latinos. La raza, una categoría impuestas por el hombre y la sociedad, es un sistema que asigna niveles de valor y capital social dependiendo de cuan “blanco” es un individuo. En este sistema, el color de la piel es la característica más indicativa e importante; esto ha creado una realidad social en la que existe una relación proporcional entre cuanta melanina hay en tu piel y la cantidad y cualidad de las disparidades que te tocará enfrentar en el mundo.

No podría contar en cuantas ocasiones he tenido que enfrentar discriminación por parte de hermanos colombianos, o personas latinoamericanas, todo por el color de mi piel. Al crecer en medio de la cultura latinoamericana, me han llamado “negro feo”, “mico”, “sucio”, etc. Este tipo de abuso verbal es dañino para el alma, y muy perturbador.

En algunos de esos momentos difíciles, las palabras dulces de mi madre fueron un bálsamo a mi alma; mientras las lágrimas corrían por mis negras mejillas, ella me abrazaba y me decía “ser negro es hermoso. No te olvides, mijo.”

INMIGRACIÓN Y LA ANTI-NEGRITUD

Los inmigrantes negros sufren de un “castigo doble” porque están inmigrando a una cultura xenofóbica, y además son negros en una sociedad donde reina la supremacía blanca. En Estados Unidos, los inmigrantes indocumentados negros son detenidos y deportados a un índice más elevado que otros grupos raciales; sin embargo sus historias, en su gran mayoría, son ignoradas cuando se habla de la situación migratoria.

No es un secreto para mi familia afrolatina que el sistema migratorio en este país es injusto y parcializado en contra de los inmigrantes de ascendencia africana. Por años, mis padres, hermanas, y otros parientes, tuvieron que lidiar, tanto con comentarios y tratos degradantes por parte de los oficiales de inmigración, como con abogados de inmigración estafadores y negligentes.

Pero Trump, y su gabinete presidencial han sido la amenaza más grande que mi familia ha tenido que enfrentar, desde que emigramos desde Colombia. El discurso que utilizan para condenar a los inmigrantes de pieles oscuras sólo ha servido para empoderar a ICE (El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y a los legisladores encargados de las políticas migratorias, para deportar a los inmigrantes en este país de las formas más inhumanas posibles.

Desafortunadamente, mi familia y yo hemos tenido que vivir esta situación. Apenas el año pasado, nuestro mundo se vino de cabeza cuando mi tío y mi tía fueron injustamente deportados, después de pasar casi 20 años obedeciendo las leyes de esta tierra. Esa deportación que ellos sufrieron le causó a mi familia un trauma emocional, financiero, relacional, y de organización durante todo el año. Esta vivencia solo sirvió para recordarnos lo corrupto y racista que es el sistema migratorio.

NUESTRAS HISTORIAS LLENAS DE ANTI-NEGRITUD

La anti-negritud es un problema global y predomina en América Latina. Durante el comercio transatlántico de esclavos en los años 1500 y 1800, más de 11 millones de africanos descendieron de los barcos de esclavos; de esos 11 millones de africanos, que sobrevivieron la transportación inhumana y brutal, solamente 450. 000 llegaron a los Estados Unidos, esto representa solo el 5% de los africanos esclavizados. Sólo el 5%.

No debería sorprendernos el hecho de que las políticas migratorias anti-negritud no son únicamente un problema de los Estados Unidos. En Brasil, por ejemplo, después de 1850 se establecieron políticas migratorias que permitieron recibir más de 5 millones de inmigrantes europeos entre 1872 y 1975, ¿por qué? Porque querían “blanquear” el país.

El odio no fue la única razón detrás de la deshumanización de la diáspora africana. El interés propio, motivado por la ganancia económica, también es parte del porqué se justificó que nos vieran y trataran como si no fuésemos humanos. Aquí en los Estados Unidos, a los africanos traficados se les esclavizó y se les prohibió hablar su idioma natal. Por causa de las artimañas inmisericordes de los amos, estos inmigrantes africanos fueron despojados de su dignidad innata, dada por Dios, por mano de esos amos que pervirtieron y manipularon la palabra de Dios.

ANTI-NEGRITUD ACTUAL

Hoy en día las ideologías, políticas e instituciones racistas perpetúan la anti-negritud del pasado. Con mucha frecuencia, a los afrolatinos se les impide el avance social y se les dificulta su florecer humano. Siglos de agresiones acentuados por el miedo, inculcado, hacia los afrodescendientes y por estructuras de sistemas corruptos que tratan de menospreciar, cada vez más a los portadores de la imagen de Dios (Génesis 1:26-27).

K.A Ellis dijo una vez “Satanás no es creativo al utilizar ideologías destructivas y deshumanizantes, pero es increíblemente talentoso en renovar la imagen de la opresión. Cuando observamos la historia vemos que sus tácticas se repiten.”

La opresión ahora viene en un nuevo paquete. Es muy fácil obtener conocimiento referente al propagado aire de anti-negritud en nuestra sociedad; lo difícil es darnos cuenta cuando activamente participamos o somos cómplices de la anti-negritud y la opresión que sufren los afrolatinos.

EL CAMINO HACIA ADELANTE

Los afrolatinos son una población creciente en Estados Unidos, según el Centro de Investigaciones Pew, más de un cuarto de los hispanos en USA en 2016 se identifican como afrolatinos (afrocaribeños o de descendencia africana). Dentro de nuestras familias y comunidades necesitamos espacios donde podamos sanar y tener conversaciones relevantes sobre lo que significa ser afrolatino.

Necesitamos aprender y celebrar las riquezas de nuestra herencia africana y sus diversas formas de expresión; como por ejemplo, la cumbia, un baile tradicional de Colombia creado por africanos esclavizados que trabajaban en las minas, caracterizado por reducidos movimientos de los pies, que representan los únicos movimientos que las cadenas, alrededor de sus pies, les permitían a los esclavos.

La música del Grupo Niche, ChocQuibTown, entre otros, también representa, orgullosamente, el sabor de la afrolatinidad. La estrella colombiana, Shakira, rindió tributo recientemente a los afrocolombianos durante su presentación en el Super Bowl, cuando bailó Champeta y Mapalé, bailes creados por los africanos esclavizados en Colombia.

Este tipo de representación es una mejor vía hacia adelante que cuando la industria del entretenimiento y los medios deciden sólo representar a los afrolatinos como villanos sexualizados, criminales y brujos.

¿Quiénes somos?

Soy afrocolombiano, soy producto de la diáspora afrolatina. La sangre y el aguante de mis ancestros del occidente de África corre por mis venas, dentro de esta hermosa piel besada por el sol.

Somos afrolatinos, el diamante de África, exportado desde su tierra natal, extorsionado en lugares extraños. Muy lejos de casa, la percepción de nuestro valor ha sido disminuida en contraste con la supremacía blanca; sin embargo nuestro valor no se ha perdido. Nuestro valor viene de Dios, y como Él nos lo da, nuestro verdadero valor nunca podrá disminuir o ser menospreciado.

¿Quiénes somos? Somos como el azúcar en el café; no puedes vernos, ya que nuestro valor se ha escondido y muchas veces ignorado, pero no dudes, ni por un segundo, que aportamos el sabor.

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Jon Aragón

Jon Aragón es un emprendedor afrocolombiano, agente defensor y diseñador multidisciplinario. Enseña y predica como parte del equipo ministerial de la iglesia Living Faith Bible Fellowship, dónde, además, lidera el ministerio pequeñas comunidades (células). Como hijo orgulloso de inmigrantes colombianos, a Jon le apasiona la singular belleza y los obstáculos que enfrentan los inmigrantes afrolatinos. Jon ha trabajado con World Relief, como defensor de los derechos de los beneficiarios de DACA y como mediador en otros asuntos de inmigración en el Congreso de Estados Unidos. Actualmente. Jon trabaja con el equipo de Chasing Justice y es el fundador de Jon Doulos, y el director creativo y uno de los dueños de Native Supply. Jon vive en Tampa, Florida con su esposa Quina y su hija.

Photo by Savannah Lauren

El Español en USA: Memoria and Resistance

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Me inculcaste el odio hacia mi idioma. El español lo rechazaste, como peste lo valoraste. El inglés lo alabaste, como lengua suprema lo elevaste. I don’t need Spanish, I told my mother and it pierced her heart. I’m American, le repetí, American, le grité. Mr. Smith’s words echoed in me: “English only, Juan. Spanish will deform your lips and rot your tongue.” Petrified, el inglés abracé y solo a él, me aferré. Now, I’m in Spanish class undoing the trauma and writing en español[1].  

“¡Habla inglés, estamos en Estados Unidos!” le dijo a mi tía en un tono cargado de superioridad. Era un transeúnte y las palabras en español de mi tía no estaban siendo dirigidas a él. “Y usted, ¿qué le dijo?” le pregunté incrédulamente. “Nada, mija. Hay muchos como él”, contestó mi tía. Lamentablemente, ella tenía razón. La creencia que solo el inglés debe ser hablado en EE.UU. es una ideología que ha sido diseminada por siglos en los Estados Unidos. A principios de los años 1900, el presidente Theodore Roosevelt clamó, “Solo tenemos lugar para un idioma en este país, y ese idioma es el inglés”. En 1998, California pasó la controversial Proposición 227 que eliminaría la educación bilingüe en las escuelas públicas. A pesar de que California tiene una de las poblaciones más abundantes de personas que no son nativas hablantes del inglés, tomó casi veinte años para que la Proposición 227 fuera revocada. En 2015, Donald Trump criticó al exgobernador de la Florida Jeb Bush por hablar español: “Es un buen hombre. Pero debería de poner el ejemplo y hablar solo en inglés en los Estados Unidos”. Al hacer esta declaración, el presidente Trump insinuó que los angloparlantes monolingües son buenas personas mientras que los hispanohablantes no lo son. La facilidad con la cual podemos grabar todo en nuestros dispositivos ha expuesto numerosos casos de ataques en contra de hispanohablantes por parte de personas que se enfurecen por el simple hecho de escuchar el idioma español. En el 2019, una maestra sustituta en Texas fue captada en video mientras le decía a un estudiante, “Habla inglés, estamos en Estados Unidos. Dame tu teléfono”. En West Virginia, un cliente le dijo al gerente de un restaurante, “sal de mi país” y le exigió que hablara solamente en inglés. En Wisconsin, una mujer atacó verbalmente a un grupo de puertorriqueños que estaban en un parque escuchando música en español. En la ciudad de Nueva York, donde el 48% de la población no habla inglés en sus hogares[2], un abogado amenazó con llamar a inmigración después de que escuchó a dos mujeres hablar en español en un restaurante. Estos incidentes no son sucesos extraños causados por individuos fuera de sí – son el fruto de la historia de esta nación; una historia marcada por el racismo y la supremacía blanca.

La insistencia de que el español no se debe hablar en EE.U.U. es impulsada por creencias anti-inmigrantes y racistas que son históricamente erróneas. Las políticas, las ideologías y los comportamientos que exigen que solo el inglés sea hablado en los EE.UU. no pueden ser examinados sin tomar en cuenta la supremacía blanca. El hecho de que el inglés es el idioma más comúnmente hablado en los EE.UU. es indiscutible, pero los EE.UU. no tiene un idioma oficial a nivel federal. La ideología anti-idioma-español asume erróneamente que el español es la lengua de invasores foráneos. El español no es una lengua extranjera y, en muchas partes de EE.UU., goza de una historia aún más larga que el inglés[3]. En 1848, el Tratado de Guadalupe Hidalgo acabó con la guerra mexicano-estadounidense y EE.UU. tomó posesión del 55% de territorio mexicano, el cual incluía lo que ahora se le conoce como California, Arizona, New Mexico, partes de Nevada, Wyoming, Utah, y Colorado. En 1898, el Tratado de París culminó la guerra hispano-cubana-estadounidense y Puerto Rico se convirtió en territorio estadounidense. En 1917, se les otorgó la ciudadanía estadounidense a los puertorriqueños a través de la Ley Jones. Actualmente, hay cerca de 53 millones de hispanohablantes en los Estados Unidos. Hay más personas de habla hispana en EE.UU. que en cualquier otro país del mundo, a excepción de México[4]. “Habla inglés, estamos en Estados Unidos” no es solamente una declaración rotundamente ignorante, sino un atentado en contra de nuestra propia existencia.

You told me that if I spoke a little less Spanish you would love me, that if I looked a little more white, you would hug me. I masked my brownness, buried my language and still, you despise me. Jesus is light, Jesus is white! You color-coded my existence. Now, I’m in a dark place, a brave space[5].  

“Con tu cara hacia la pared, te inclinabas y [la/el maestra/o] tomaba una tabla y te pegaba en tu trasero y era los suficientemente duro que tu cabeza rebotaba contra la pared”, recuerda Irene Tovar, directora ejecutiva de la Latin American Civic Association y egresada de Pacoima Elementary School en la ciudad de Los Ángeles. ¿La infracción? Hablar español, ya sea en el salón de clases o en el patio de la escuela. Este no era un caso aislado en los años 60-70 o uno que provocara la ira colectiva o las demandas civiles. El que los maestros les lavaran la boca con jabón a sus alumnos hispanohablantes, les pegaran y los abusaran físicamente era una forma de castigo habitual y aceptada. La/os niña/os latina/os fueron instruida/os a través de medidas violentas que el español era sucio, indeseable, detestable y transgresivo. El mensaje que recibían era que el idioma que sus padres hablaban era inferior y debería ser olvidado. El sistema educativo de los EE.UU. les enseñó a la/os niña/os latina/os a avergonzarse del idioma español, extirpándoselo violentamente. Traumatizada/os por el abuso que habían sufrido, cuando esta/os niña/os se convirtieron en madres y padres, mucha/os de ella/os tomaron la decisión de no enseñarles el idioma a sus hija/os.

Pese a la cuantiosa evidencia que apoya el bilingüismo, mucha/os maestra/os y administradora/es bien intencionada/os, promueven el monolingüismo en inglés y les aconsejan a los padres que no les hablen otros idiomas a sus hija/os. Algunas familias, por temor de que sus hija/os desarrollen un tartamudeo u otros trastornos lingüísticos, eligen no enseñarles su idioma de herencia y al tomar esta decisión, la/os perjudican involuntariamente. Estos mitos fueron propagados por estudios erróneos que aparentaban ser respetables. Estas investigaciones comparaban el rendimiento de estudiantes privilegiados con alumnos bilingües que proveían de comunidades marginadas. Los investigadores concluyeron que el uso de varios idiomas era dañino e ignoraron las vulnerabilidades socioeconómicas; señalaron al bilingüismo, y no a la pobreza, como el problema. Aunque estos estudios han sido desmentidos hace mucho tiempo, se han plasmado como verdades, en gran parte, porque apoyan ideologías anti-inmigrantes y racistas que insisten que las personas de color, y sus idiomas, son inferiores.

“No quiero que mis hija/os hablen con acento”, era repetido con frecuencia por padres latina/os que no quisieron enseñarles español a sus hija/os. A esta afirmación usualmente le seguía, “porque no quiero que sean discriminados”. En realidad, todos tenemos acentos. Los lingüistas definen acento como una forma particular de hablar distintiva de una nación, ubicación o individuo. Por lo tanto, es imposible hablar sin un acento. Para los californianos, las personas de Nueva York, Texas, y Chicago tienen acento y viceversa. Los irlandeses y los australianos notan el acento estadounidense de la/os turistas y los individuos de las metrópolis señalan el acento de las personas de zonas rurales. Los acentos que se consideran indeseables o anormales en cualquier grupo son contextualmente determinados. Jesús, el hijo de Dios, tenía un acento[6] diferente al del grupo en poder. A pesar del hecho que toda/os tenemos acentos, no todos los acentos son aceptados por igual. En los EE.UU., los acentos británicos y franceses son considerados sexis o sofisticados mientras que los acentos indios o nigerianos son despreciados. La preocupación de que la/os niña/os serán discriminada/os por su acento particular es válida y bien fundamentada. Sin embargo, la/os niña/os latina/os también serán discriminada/os por su color de piel, su apellido en español o por vivir en un sector específico. Les dejamos de enseñar español a nuestra/os hija/os como una estrategia de protección, como un mecanismo de supervivencia disfrazado de elección. Sacrificamos la capacidad de nuestros descendientes de poder comunicarse con su propia familia a la merced de ideologías racistas. Intercambiamos forzosamente nuestra habilidad de poder comunicarnos con nuestras familias a cambio de un poco de aceptación de un sistema que no nos reconoce en la imagen de Dios. La aceptación basada en la negación de partes de nuestra identidad, que nos pide que nos odiemos a nosotros mismos y nos exige que cortemos toda conexión con nuestras comunidades, no es aceptación, es opresión.

La asimilación es un salvavidas poroso creado por un sistema racista que confunde la uniformidad con la unión. La asimilación nos exige que nos lastimemos a nosotros mismos. La asimilación atenta contra la creatividad de Dios y rechaza los cielos descritos en Apocalipsis: “Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano” (7:9, NVI). Estamos unidos por un único Dios, integrada/os a su familia, pero nuestras diferencias no son borradas – son bienvenidas, celebradas y diseñadas por el Espíritu.

Quería decirte sana, sana, colita de rana pero para protegerte te murmuré, everything will be ok. Quería darte un apapacho but instead, I gave you a hug. Quería que supieras que a Dios le hablamos de tú, que ‘extended family’ es inexistente y que el ‘si Dios lo permite’ y ‘con el favor de Dios’ forman parte de nuestro andar. Quería que el español no fuera background noise to you, como un eco atrapado en el olvido. They held a gun to our head and said, “give us your children’s Spanish or we will kill them.” Mijito, I couldn’t see you die. I gave them what they wanted. Quería que entendieras las palabras en este poema, quería que no te sintieras como foráneo en tu propia familia, quería que el abuelo te contara sus historias, pero también quería, quería que sobrevivieras…[7]

Visualiza lo siguiente: Una hispanohablante camina hacia la tienda. Compra leche, regresa a su casa apresuradamente y contesta una llamada. ¿A quién te imaginaste? ¿Cuál fue el origen étnico de la persona que visualizaste? Es muy probable que tu referente visual fue de una persona latina. Si tú eres latina/o, pudiste haberte imaginado a ti misma/o o a un pariente. Los idiomas están intrínsecamente asociados a ciertos grupos de personas y el español en los EE.UU. es inmediatamente vinculado a inmigrantes latinoamericanos. La noción que tiene un país de un grupo de personas impactará directamente la percepción del idioma hablado por ese grupo.

Cuando las personas anglosajonas hablan español, se considera una habilidad global. Cuando la/os latina/os lo hablan, se considera una amenaza en contra del país

- Dr. José Medina

Se estima que el 50-70% de la población global es bilingüe o multilingüe[8]. En muchas partes del mundo, incluyendo Asia, Latinoamérica y Europa, la educación multilingüe es la norma y la importancia de los idiomas es enfatizada. Muchas familias adineradas pagan a tutores privados y, sin embargo, en EE.UU., donde tenemos la oportunidad de estar en comunidad y aprender de individuos de diversos trasfondos lingüísticos, desalentamos el bilingüismo. Empero, el bilingüismo no es desalentado por igual entre todos los grupos étnicos. La gente de color, específicamente, es castigada por sus habilidades lingüísticas mientras que las personas anglosajonas, son admiradas por sus destrezas. “Kylie La Gringa King”, se convirtió recientemente en una sensación de TikTok por hacer videos en donde aparece hablando español, específicamente una variedad coloquial mexicana, mientras realizaba tareas cotidianas. Sus esfuerzos son aplaudidos públicamente y su español admirado. El aprender un nuevo idioma es una tarea laboriosa y profunda. Se necesita dedicación, humildad y valor para aprender una lengua nueva y Kylie sí debe ser reconocida por sus esfuerzos, pero también Alejandra, Natalia, José y Ernesto. En cambio, la/os latina/os son discriminada/os por hablar español, pero también antagonizada/os en sus propias comunidades por no hablarlo.

Me encontraba en el autobús con mi mejor amiga cuando le hice una pregunta en español a una niña que obviamente era latina. “No hablo español”, me respondió, con un tono de cansancio. Mi amiga y yo nos reímos y murmuramos, “esta quien se cree, si tiene el nopal en la frente[9]”. Recuerdo perfectamente haberme sentido ofendida de que otra latina fingiera no hablar español. Años después, mientras estaba en un curso universitario desenterrando mi historia, sentí el impulso desenfrenado de encontrar a esa niña en el autobús y pedirle perdón.  

La vergüenza ha agobiado continuamente a la comunidad latina estadounidense. Nos han avergonzado por hablar en español y también nos hemos avergonzado los unos a los otros por no hablarlo o no hablarlo tan bien como según creen deberíamos hablarlo debido al tono de nuestra piel. La humillación es una estrategia pedagógica inefectiva. Si hablas español y deseas alentar a otra/os latina/os a aprender el idioma, no la/os humilles. El veintisiete porciento de la población latina estadounidense no habla español en casa[10]. La poeta Melissa Lozada-Oliva describe su relación con el español como un “miembro fantasma que da comezón” y que está “buscando palabras y solamente encontrando aire”. Muchos aprendices de herencia[11] están trabajando incasablemente en las clases de español y en otros entornos para poder reconectarse con el idioma. Para la/os latina/os estadounidenses, el español no es simplemente una habilidad global o una forma de ampliar su currículum – es la oportunidad de reconectarse con sus seres queridos de una forma más profunda; es la posibilidad de entender las historias que marcaron a sus familias. La poeta negra méxico-estadounidense Ariana Brown, expresa este desasosiego emocional que sienten mucha/os latina/os aprendices del español en un poema conmovedor titulado, Queridas niñas anglosajonas en mi clase de español: ¿cómo se siente ser turista en los pasillos de mi vergüenza? ¿De no tener que cargar con la expectativa de hablar mejor de como lo hablas? ¿Cómo se siente aprender un idioma extranjero por mera diversión? ¿El no deberle nada a tu historia?[12]

El español es resistencia en este país. El que un/a latina/o aprenda o hable español es un acto de resistencia. El probar su latinidad no debe ser el factor que impulse el aprendizaje del español. El enseñarles español a futuras generaciones no puede estar vinculado a cuestiones de autenticidad cultural o legitimidad y “la habilidad lingüística no debe ser usada en contra de la/os hija/os de la diáspora[13]”. Sin embargo, el hablar español nos permite crear lazos más profundos con nuestras comunidades; nos ayuda a explorar partes de nuestra herencia que pueden ser iluminadas más claramente bajo la luz del español y nos permite aprender de las teologías de nuestras abuelitas.

Me inculcaste el amor hacia mi idioma. El español abrazaste, como agua lo valoraste. El inglés lo aprendiste, como lengua adicional lo quisiste. I love learning Spanish, I told my mother and it warmed her heart. I’m a child of God, I said. Un hijo de Dios, I smiled. Yahweh’s words echoed in me: “All languages are beautiful, Juan. Spanish will give you wings and help you fly.” Excited, el español usé y el Spanglish también lo adopté. Now, I’m in my home, tomando café con pan y leyendo la historia de Rut con mis nietos[14].  

Sobre la DRA. ITZEL meduri soto

La Dra. Meduri Soto es una académica del barrio que se esfuerza por producir material académico que honre y destaque a su comunidad. Su fe es lo que motiva su pasión por la justica y su esfuerzo por revelar las formas en que ciertas ideologías del lenguaje son diseñadas para operar injustamente en contra de nuestras comunidades. Su trabajo reconoce el lenguaje como una herramienta poderosa y promueve la diversidad lingüística en sus diferentes manifestaciones. Las identidades biculturales y bilingües son centrales para el trabajo de la Dra. Meduri Soto. Ella es profesora de Español en la Universidad Biola, donde instruye a estudiantes de segundo idioma y lenguaje heredado. Para conocer más sobre su trabajo, sígala en Instagram: @la.dra.itzel


Footnotes

[1] “El español crucificado” (2020) por Itzel Reyes.

[2] Census Bureau’s American Community Survey (2019).

[3] Véase el libro de la Dra. Rosina Lozano titulado, “An American Language: The History of Spanish in the United States” (2018).

[4] Instituto Cervantes (2015). Para ver el artículo completo, haga clic aquí.

[5] “Burying my Language” (2020) por Itzel Reyes.  

[6] Los galileos eran campesinos bilingües en arameo y griego, como explica el Dr. Robert Chao Romero en, Brown Church: Five Centuries of Latina/o Social Justice, Theology and Identity (2020).

[7] “Our Spanish is Hostage” (2020) por Itzel Reyes.

[8] Grosjean, Francois. Bilingualism’s Best Kept Secret (2010).

[9] Con el nopal en la frente es una expresión mexicana peyorativa.

[10] Pew Research Center (2015).

[11] Un individuo que tiene una conexión cultural con el lenguaje que está aprendiendo.

[12] Dear White Girls in my Spanish Class (2017).

[13] Emanuel Padilla. Too Much or Not Enough (2020)

[14] “El español resucitado” (2020) por Itzel Reyes.